domingo, 19 de agosto de 2018

Comentario al Evangelio del XX Domingo de Tiempo Ordinario (19 de Agosto del 2018)

XX Domingo de Tiempo Ordinario

19 de Agosto del 2018 
Evangelio según san Juan 6, 51-59

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo."
Los judíos discutían entre sí: "¿Cómo puede éste darnos a comer carne?"
Jesús les dijo: "En verdad les digo que si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes.
El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él.
Como el Padre, que es vida, me envió y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo. Pero no como el de vuestros antepasados, que comieron y después murieron. El que coma este pan vivirá para siempre.
Así habló Jesús en Cafarnaún enseñando en la sinagoga.


1. ¿Que nos quiere decir Juan en el Evangelio de hoy?
Con el texto de hoy se cierra el discurso de Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm (6,59). Del evangelio leído el domingo pasado recordemos que Jesús había afirmado que el Padre nos daba la gracia de creer y, al mismo tiempo, nos alimentaba con el Pan de vida; para terminar identificando el pan de Vida con su carne entregada para la vida del mundo (v. 51).

Los judíos entienden estas expresiones de Jesús en sentido literal ("¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?") y, por eso, se escandalizan y discuten entre sí (v. 52). Las palabras de Jesús los ha puesto violentos pues el verbo griego que se traduce por "discutir" - májomai (ma,comai) - tiene el sentido fuerte de pelear o querellar (cf. He 7,26; 2Tim 2,24; Stgo 4,2). Es decir, reaccionan con violencia ante tal afirmación de Jesús.

Entonces Jesús les responde insistiendo en la necesidad de alimentarse de su carne y su sangre para tener vida eterna (vv. 53-54). Su carne es verdadera comida (condición terrenal y mortal de JesúS) y Su sangre es verdadera bebida (vida entregada, donada por Jesús.)(v. 55), una clara alusión a la entrega sacrificial de Cristo por la redención de los hombres.

Estás afirmaciones les provocan una mayor exasperación por cuanto declara solemnemente que no sólo hay que comer su carne, sino también beber su sangre para tener vida. Esto último, estaba explícitamente condenado por el AT (cf. Gn 9,4; Dt 12,16.23; Lv 3,17).

Como bien explica L. H. Rivas: "El Hijo del hombre designa, sobre el trasfondo de la apocalíptica judía, al personaje celestial pre-existente que desciende del cielo y que vuelve otra vez al Padre (3,13; 6,61). Al indicar que este alimento será dado por el Hijo del hombre y que consistirá en su propia carne, se revela el carácter escatológico de esta comida. La carne y la sangre que se ofrecen como alimento necesario para tener vida no pertenecen a un cadáver, sino son carne y sangre glorificada".

En los versículos 54-58 aparecen ideas nuevas muy importantes. En primer lugar se afirma que el verdadero pan bajado del cielo es la carne de Cristo entregada por la vida del mundo. Aparece también la sangre como verdadera bebida. Estos elementos hacen referencia claramente a la Eucaristía como sacramento de la entrega sacrificial y salvífica de Jesús en su pasión y muerte, en su entrega en obediencia al Padre. El texto griego se utiliza en los vv. 54-58 un verbo diferente para expresar la acción de comer, troghein, con el sentido fuerte de masticar que el otro verbo, phagein, utilizado antes en los vv 49-51, no tiene. Este cambio puede deberse a una intención teológica de Juan que indica el paso del comer como asimilación por la fe de la Persona de Jesús, al comer como asimilación de la Eucaristía, de comulgar diríamos hoy. 

Como bien señala V. Mannucci: "mediante la fe y el sacramento de la Eucaristía indisolublemente unidos, los creyentes se apropian de la persona de Cristo Jesús, el Revelador y el Salvador del mundo; al mismo tiempo que de la Vida Eterna, la cual es fruto de su encarnación y de su pasión-glorificación".

En lo que sigue Jesús explicita otras consecuencias, efectos o frutos que se derivan de comer su carne y beber su sangre:
  • En primer lugar "permanece en mí y yo en él" (v. 56). Hay una mutua permanencia entre Jesús y el que come y bebe su sangre. El verbo “permanecer” (ménein me,nein) aparece 40 veces en el Evangelio de Juan y su sentido es variado, como lo reflejan las traducciones: morar, permanecer, habitar, quedarse, estar. En este Evangelio de hoy es claro su sentido de permanecer, estar unido o vinculado firme y establemente. 
  • En segundo lugar nos descubre la fuente y la orientación de la verdadera vida: "Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí" (v. 57). Según M. Zerwick la preposición dia (dia.) utilizada dos veces en este versículo en la expresión "vivir por" señala al mismo tiempo tanto la fuente de la vida como el fin al cual esa vida es consagrada. Lo explica muy bien R. Cantalamessa: "La preposición «por», en esta frase, indica dos cosas o dos movimientos: un movimiento de procedencia y un movimiento de destino. Significa que quien come el cuerpo de Cristo vive «de» él, es decir, en virtud de la vida que proviene de él, y vive «para» él, es decir, para su gloria, su amor, su reino. Como Jesús vive del Padre y para el Padre, así también, al comulgar con el santo misterio de su cuerpo y de su sangre, nosotros vivimos de Jesús y para Jesús".
  • En tercer lugar está el fruto de la vida eterna: "El que coma de este pan vivirá eternamente" (v. 58). Como vimos, este fruto ya se otorgaba al que recibe en la fe a Jesús.

2. ¿Qué mensaje nos trae el pasaje y qué compromiso me pide h¡oy en el Señor?

"El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré el último día
¿Cómo se cumplen estas palabras de Jesus hoy en nosotros?

La Eucaristia que celebramos los cristianos en todos los lugares de la Tierra y particularmente los domingos es una celebración muy rica de significados y contenidos. Pero el contenido es esencial y principal es que en esta celebración nos encontramos con Cristo hecho alimento espiritual para nosotros.

¿Cómo es posible esto? Antes de morir Jesús estableció la Eucaristía y dijo: hagan esto en recuerdo o memoria mía hasta que yo vuelva. Cuando Jesús resucitó, tenía la costumbre de manifestarse a sus discípulos cuando éstos estaban celebrando la Eucaristía o la cena, y así les dió plenamente a entender que el Cristo presente en la Eucaristía es el Cristo resucitado que está presente en toda la comunidad cristiana que celebra la Eucaristía y está presente como alimento que quienes participan allí.

Cuando los cristianos nos reunimos para celebrar la Eucaristía lo hacemos porque Cristo nos lo mandó, porque Él está allí presente, como una fuerza espiritual y nos habla allí como habló a sus discípulos, porque está allí presente para alimentarnos con la fuerza espiritual que allía Él está irradiando, porque la Eucaristía llega a ser el corazón de la oración cristiana, su culmen, fuente y cumbre de toda la vida cristiana (LG 11).

Cada vez que nos reunimos para celebrar la Eucaristía nos reunimos para encontrarnos con Cristo. Allí Él nos alimenta  con el perdón, nos da la Paz, nos enseña con su palabra cómo vivir, qué creer, qué esperar. Nos fortalece para caminar por el mundo. Nos  consuela en nuestras luchas y nos llena de esperanza que vence todos los fracasos, hasta el de la muerte. Alimentarse de Cristo es alimentarse de la fuerza sobrenatural, del poder mismo de Dios, de la fuerza del perdón y de la paz, de la fuerza la fe y de la esperanza, de la fuerza misma del amor. 

El Evangelio de hoy es uno de esos pasajes que nos lo pone difícil si lo tomamos en serio, pero a cambio puede ayudarnos a entender dónde está el secreto de la vida verdadera. Actualicemos y acerquemos nuestra vida a lo que nos ha sugerido la lectura de este pasaje

  • La Eucaristía no puede ser un acto privado de devoción, sin implicaciones concretas en nuestra vida social y comunitaria. 
  • Celebrar la Eucaristía no puede dejarnos indiferentes ante los problemas y realidades que nos rodean.
  • Lo que celebramos en la fracción del hoy es algo misterioso, el don de la vida. La única comparación que se me ocurre es la del niño en el vientre de su madre, que vive gracias a ella. Celebrar la acción de gracias es mucho más que un recuerdo de lo que Jesús hizo y de que Jesús volverá. Significa alimentarnos de la vida que Él tiene. (José Luis Sucre) 


3. ¿Qué respuesta le voy a dar hoy, al Señor?
  • ¿Qué aspectos de este pasaje me han resultado más interesantes a la hora de comprender mejor lo que celebramos en la Eucaristía?
  • ¿En qué sentido me ayuda la celebración de la Eucaristía a alimentar tu vida de fe? ¿Cómo me ayuda a estrechar la relación con Jesús y con el Padre?
  • ¿A qué nos compromete el celebrar el memorial de la muerte y resurección de Jesús?
  • ¿Es la Eucaristía fuente de esperanza para mi vida?
  • ¿Cómo me ayuda a ser fuente de esperanza para los que me rodean?

Fuente: Varios autores
Síntesis: Jorge Mogrovejo M.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentario al Evangelio del Domingo 27 de marzo del 2022

 IV Domingo de Cuaresma. 28/03/2022 Pericopa: Lc 15,1-3.11-32  En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para es...