domingo, 29 de julio de 2018

Evangelio del XVII Domingo de Tiempo Ordinario (29 de Julio del 2018)

Domingo XVII Ciclo B. 29 Julio 2018
Evangelio según San Juan 6,1-15
"Después de esto pasó Jesús a la otra orilla del lago de Galilea, el Tiberíades. Le seguía un gran gentío, porque veían las señales que hacía con los enfermos. Jesús se retiró a un monte y allí se sentó con sus discípulos. Se acercaba la Pascua, la fiesta de los judíos. Levantando la vista y viendo el gentío que acudía a él, Jesús dice a Felipe: ¿Dónde compraremos pan para darles de comer? Lo decía para ponerlo a prueba, porque sabía bien lo que iba a hacer. Felipe le contestó: Doscientas monedas de pan no bastarían para que a cada uno le tocase un pedazo. Uno de los discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, le dice: Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados; pero, ¿qué es eso para tantos? Jesús dijo: Hagan que la gente se siente. Había hierba abundante en el lugar. Se sentaron. Los hombres eran cinco mil. Entonces Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados: dándoles todo lo que quisieron. Cuando quedaron satisfechos, dice Jesús a los discípulos: Recojan las sobras para que no se desaproveche nada. Las recogieron y, con los trozos de los cinco panes de cebada que habían sobrado a los comensales, llenaron doce canastas. Cuando la gente vio la señal que había hecho, dijeron: Éste es el profeta que había de venir al mundo. Jesús, conociendo que pensaban venir para llevárselo y proclamarlo rey, se retiró de nuevo al monte, él solo"
 
1.- ¿Qué nos quiere decir Juan en este evangelio?
 
En el evangelio según San Juan tenemos 5 capítulos dedicados a la última cena (Jn 13- 17), pero no aparece allí ninguna mención explícita de la institución de la Eucaristía. Pero este silencio sobre la institución no es silencio sobre la Eucaristía ya que nos regala una profunda catequesis mistagógica sobre la misma en el capítulo sexto.

Este capítulo comienza narrando la multiplicación de los panes y peces (6,1-15); relato que está presente también en los tres sinópticos (Mt 14,13-21; Mc 6,30-44; Lc 9,10-17). Sigue luego otro milagro: Jesús camina sobre las aguas (6,16-21). Después de un breve intermedio narrativo que sitúa a Jesús y a la multitud en Cafarnaúm (6,22-24), tenemos una larga sección dialógico-narrativa (6,25-71) que alterna discursos de Jesús con diálogos con los judíos y con sus discípulos.

En cuanto al mensaje de esta unidad literario-teológica S. Muñoz León destaca las siguientes dimensiones:
  • Dimensión cristológica: es la principal y presenta a Jesús como pan bajado del cielo (Encarnación); pan de la vida (Salvador-Redentor); el que da su carne como alimento por la vida del mundo (Muerte redentora); el hijo del hombre que sube donde estaba antes (Resurrección-Ascensión); el Santo de Dios.  
  • Dimensión soteriológica: aparece en las expresiones vida, vida eterna, no tener hambre, no tener sed. Jesús aparece como dador de la verdadera vida cuya fuente es Dios.  
  • Dimensión antropológica (teológica): se insiste en la necesidad y naturaleza de la fe como obra de Dios que el hombre debe recibir con Don-Gracia y elegir con libertad. 
  • Dimensión sacramental: está presente en toda la sección de modo progresivo por cuanto comienza a vislumbrarse en el signo de la multiplicación de los panes para terminar con la presentación de la carne y sangre de Jesús como verdadero alimento y verdadera bebida.  
  • Dimensión eclesiológica: insinuada en las doce canastas sobrantes de pan y patente en la confesión de fe de Pedro en nombre de los doce apóstoles.
En síntesis: "El conjunto del capítulo es una invitación urgente a la fe y al sacramento: a la fe en la persona de Cristo y a la comunión con El por el sacramento eucarístico".

En 6,1-4 se nos ofrece una clara "composición de lugar, de actores y de tiempo". O también, como sugiere F. Moloney, se responde a las clásicas preguntas: “¿dónde? ¿cuándo? ¿quién? y ¿por qué?”. El escenario (dónde) se desarrolla la narración es la orilla del mar de Galilea o Tiberíades; hay una multitud que sigue a Jesús atraída por los "signos" que obró con los enfermos (por que); Jesús y sus discípulos están sobre un monte (quienes); está cerca la Pascua, la fiesta de los judíos (cuándo).

Esta referencia a la Pascua de los judíos, más el cruce a la otra orilla y el ascenso de Jesús al monte, son una invitación a leer el relato que sigue en el trasfondo de la narración del éxodo. Todo esto se confirmará luego con la multiplicación de los panes y el caminar de Jesús sobre las aguas, más las referencias explícitas en el discurso a Moisés y al maná.

En 6,5-9 tenemos un diálogo de Jesús con Felipe y Andrés, dos de los apóstoles, que nos descubre la situación de carencia que requerirá del milagro de Jesús para ser salvada. A diferencia de los relatos paralelos en los sinópticos, aquí es Jesús quien, viendo la multitud, se percata de la necesidad de alimentar a la gente y de la escasez de recursos. En cuanto a esto último Felipe calcula el dinero que necesitarían (200 denarios) y Andrés declara lo que tienen en concreto: una donación hecha por un niño (5 panes de cebada y 2 pescados). La conclusión es evidente: "¿qué es esto para tanta gente?".

En 6,10-11, a pesar de la desproporción entre la necesidad y los recursos, Jesús entra rápidamente en acción. Hace sentar a la gente y se precisa que son cinco mil hombres y que había mucha hierba verde en el lugar, lo que puede ser una referencia al Sal 23,2 (“en verdes praderas me hace recostar”). Luego Jesús "toma" el pan, "da gracias" y "lo entrega" a la gente. Estos gestos de Jesús, en particular el "dar gracias" nos remiten a la Cena Pascual judía y también a la celebración eucarística cristiana.

En 6,12-13, por indicación de Jesús, entran en acción los discípulos a quienes toca recoger lo sobrante. Notemos que no sólo alcanzó para todos, quienes se "llenaron" bien, sino que también sobró mucho. Con todo esto se resalta la abundancia de la comida y se haría referencia al Sal 23,1: “el Señor es mi pastor, nada me falta”. En cuanto al número de canastos que se llenaron con los pedazos sobrantes, doce, es difícil no ver una relación con el grupo apostólico identificado con este número más adelante (cf. Jn 6,67.70.71).
 
En 6,14-15 tenemos la reacción de la gente ante el "signo" de la multiplicación de los panes. En primer lugar dicen: "Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo." Hay aquí una clara referencia a Dt 18,15.18, texto mesiánico por cuanto anuncia la venida de un profeta como Moisés. Esto es sumamente significativo por cuanto "el contexto fundamental en que se sitúa todo el capítulo es la comparación entre Moisés y Jesús: Jesús es el Moisés definitivo y más grande, el «profeta» que Moisés anunció a las puertas de la tierra santa (Dt 18,18)".

En segundo lugar se narra que "querían apoderarse de él para hacerlo rey". También aquí hay una expectativa mesiánica de tipo temporal-terrenal en referencia al sucesor de David que vendría a liberar al pueblo de sus males y devolverle la gloria a Israel. Según L. H. Rivas, puesto que no se trata de reconocerlo como rey que venía de Dios, sino de "hacerlo rey", "esto equivaldría a colocarlo como cabecilla de una revolución tendiente a expulsar a los romanos y a restaurar el reino de Israel […] Jesús no se involucró en el mesianismo político terrenal. Su reino no tenía su origen ni su fuerza en este mundo. 

La sección termina señalando que Jesús volvió-huyó al monte, esta vez solo.

Como bien dice G. Zevini: “Cuando el hombre no deja sitio para la búsqueda sincera del don de Dios, no consigue leer el acontecimiento como palabra de salvación y no se abre a la fe. Ante este grave equívoco de mesianismo, a Jesús no le queda más remedio que retirarse a la soledad del monte para orar, para huir de la gente que quiere apoderarse de él a fin de convertirlo en un rey terreno. Aquí es donde comienza aquella progresiva deserción de la gente que se narra en este capítulo, hasta que Jesús se queda sólo con los Doce”.

En síntesis: teniendo en cuenta que este relato tiene como trasfondo dos narraciones del Antiguo Testamento: la multiplicación de los panes por parte del profeta Eliseo (2Re 4,42- 44) y el don del maná en el desierto (Ex 16,13-35), el mensaje es que Jesús posee la autoridad y el poder de los antiguos profetas y hombres de Dios como Moisés y Eliseo. Sí, pero es mucho más que ellos, pues tiene más para dar a los hombres: otro pan y otra vida.
 
 
2.- ¿Qué mensaje nos trae este pasaje y qué compromiso nos pide, hoy el Señor? 
Detrás de los signos que Jesús hace se esconde siempre una revelación sobre su identidad ¿Qué aspectos de su misterio personal entiendo mejor gracias al Evangelio de Hoy?
 
El Señor sigue hablando y realizando signos, otra cosa es que nosotros sepamos interpretarlos. ¿Cómo percibo su mensaje a través de los signos de los tiempos en los que Él sigue manifestando?
 
Jesús se hace cargo de la necesidad de la gente y trata de darle una respuesta. ¿Qué tiene que ver este signo con nosotros?¿Cómo nos ayuda a enfocar nuestro compromiso cristiano en medio de un mundo donde hay tantas personas que no tienen lo necesario para vivir con dignidad? "Aquí hay un muchacho que tiene 5 panes de cebada y dos peces. ¿Pero qué es esto para tanta gente?" ¿Cómo me animan esas palabras a poner lo "poco" que soy al serivcio de los demás?
 
El signo de la multiplicación despertó la esperanza de la gente porque muchos pensaron que en él se cumplían las expectativas mesiánicas ¿que signo de esperanza me invita a ofrecer ese gesto de Jesús?
 
La iniciativa es de Jesús. Nadie le pide que se encargue de alimentar a toda esa multitud. Esto es significativo para su misión. Jesús actúa por sí mismo, sin necesidad que le den órdenes o que le dirijan oraciones. Jesús actúa por su propia iniciativa, en conformidad con la voluntad del Padre.

La multiplicación de los panes, mencionada seis veces por los cuatro evangelistas, constituye un signo clave del proyecto de Jesús, que ha de interpretarse en clave social y eucarística. 

En clave social: Jesús alimenta a una muchedumbre hambrienta. Tan necesario como alimentase es dar de comer a los demás, sobre todo a los pobres. Es la única forma de transmitir el evangelio y poder hablar de Dios. Sin reparto de comida y bebida no hay comunidad, no hay buena noticia, no puede haber eucaristía.

En clave eucarística: Ningún evangelista ha subrayado tanto como Juan el carácter eucarístico de la multiplicación de los panes. El relato evoca claramente la celebración de la cena del Señor en las primeras comunidades: Jesús toma los panes, pronuncia la acción de gracias y los reparte.

La eucaristía es la cena del Señor. Para los primeros cristianos era una vivencia anticipada de la fraternidad del Reino. Hoy, sin duda, tenemos que recuperar la eucaristía como signo y vivencia de comunión con Cristo, para que sea comunión y vivencia entre nosotros. Hemos ritualizado la celebración y la hemos vaciado de su contenido. Pero hay algo claro en la tradición de la Iglesia: Cuando falta fraternidad en la eucaristía, cuando no hay justicia, cuando no se vive en solidaridad, cuando hay despreocupación por el otro, la celebración eucarística queda vacía de sentido.

La rica teología del relato de la multiplicación de los panes debe tener una resonancia muy particular para estos tiempos de crisis, agotamiento de recursos energéticos, escasez de trabajo y miseria creciente en el tercer mundo.

¿Cómo resolver el problema de la subsistencia de personas y pueblos enfrentados a una situación de y falta de los bienes básicos necesarios para una vida digna? El relato evangélico propone una primera solución insuficiente e inviable: No bastarían doscientos denarios para comprar un pedazo de pan para cada uno. La solución no está en el dinero. Jesús orienta sus discípulos por otro camino que no crea nuevas dependencias de opresión y explotación: Una solución enormemente sencilla y que consiste en compartir con los necesitados lo que tenemos cada uno, aunque sea poco y desproporcionado con la magnitud del problema, como los cinco panes y los dos peces de aquél muchacho.

Pero no podemos olvidar algo que el relato quiere subrayar. Jesús, antes de comenzar a repartir el pan, pronunció la acción de gracias al Padre. Solo cuando reconocemos que nuestros bienes son don del Padre a la humanidad, podremos ponerlos al servicio de los hermanos.

No es posible reconocer a Dios como Padre de todos y fuente de nuestros bienes y seguir acaparándolos egoístamente, desentendiéndonos de las personas sumidas en la miseria. La vida no se nos ha dado para hacer dinero, sino para hacernos hermanos. La vida consiste en aprender a convivir y a colaborar en la larga marcha de todos nosotros hacia la auténtica fraternidad. 
 
3.- ¿Qué respuesta le voy a dar hoy al Señor?
¿La Eucaristía sacramento de la fraternidad nos compromete a vivir la vivir la solidaridad?
¿Formamos comunidades, en medio de nuestra sociedad actual, que reflejan la manera de ser de Jesús: en la fraternidad y la solidaridad?
¿Compartir el Pan eucarístico de Jesús, me compromete a compartir mi pan con los hermanos?
 
 
 
Fuente: Varios autores
Transcripcion: Jorge Mogrovejo M.

                      



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