Domingo V Ciclo B 4 de Febrero
2018
Evangelio: Mc 1,29-39
Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y
Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y
le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la
dejó y ella se puso a servirles. Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron
todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la
puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y
expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un
lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron
en su busca; al encontrarle, le dicen: "Todos te buscan." El les
dice: "Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí
predique; pues para eso he salido." Y recorrió toda Galilea, predicando en
sus sinagogas y expulsando los demonios.
1.- ¿Qué nos quiere decir
Marcos, en este Evangelio?
Marcos
comienza a relatar la actividad pública de Jesús condensando diversos sucesos
en una jornada tipo. Como si nos quisiera decir: así eran los días de Jesús. El
pasaje de hoy, junto con el del domingo anterior, narra una jornada tipo. Se da
la lucha y la oración, el estar con amigos y con la gente, la atención a las
necesidades humanas y la atención a Dios, la alegría y el conflicto.
Seguimos
conociendo al Maestro que proclama que “ha llegado el Reino de Dios”, con la
narración del programa de la jornada entera del primer día misionero en
Cafarnaún. Los puntos clave:
·
Al amanecer, Jesús se va a orar a solas.
·
Por la mañana, va a la sinagoga. Este pasaje lo vimos
el domingo pasado.
·
Luego Jesús va a la casa de sus dos primeros
discípulos, Simón y Andrés
·
Al atardecer, acoge la multitud de enfermos y posesos
que se aglomeran en la puerta de la casa
Cuando Jesús y sus discípulos salen de la sinagoga, se dirigen a casa
de Simón y Andrés, allí cura de la fiebre a la suegra de Pedro, como signo del
Reino de vida que ha venido a anunciar. Lo hace en sábado, día de reposo y
oración, en el que la casuística farisea había prohibido todo tipo de trabajo.
Marcos subrayará varias veces que para Jesús es más importante dar la vida a
otro que observar las formalidades legales vacías con pretexto religioso.
El misterio latente en la
persona de Jesús pretende desvelarse en torno a la casa de Pedro mediante
numerosas curaciones. La primera es la de hoy. Las palabras centrales de la
narración, revelan que el poder de Jesús levanta al ser humano, de su estado de
postración para encaminarla por el sendero del servicio a los otros, que es el
sendero del auténtico discípulo.
1.- La primera curación
de Jesús.
Es para una mujer, la suegra de Pedro. Es uno de los milagros más sencillos
del evangelio: No hay ni petición de milagro, ni exigencia de fe, ni palabras
conminatorias a los espíritus malignos. Jesús la tomó de la mano y la levantó.
El relato ofrece la simplicidad y el candor, de un testigo ocular
El escenario ya no es un lugar sagrado como la
sinagoga, sino en la intimidad de una casa, y en la familia. Hay
tres detalles en la escena que reflejan la carga humana y el profundo sentido
de las curaciones de Jesús. El primero es el coger la mano de la enferma. Es un
gesto entrañable y humano que refleja un estilo. Ese gesto vale más que muchas
palabras.
El segundo detalle tiene un hondo sentido cristológico. A diferencia
de Mateo y Lucas, Marcos dice expresamente que Jesús se acercó, y “Tomándola de
la mano, la levantó”. Los gestos de las manos
tiene gran importancia y reflejan el ser de la persona: pueden curar o herir,
acariciar o golpear, acoger o rechazar. Los evangelistas destacan los gestos de
Jesús: agarra al enfermo para arrancarlo del mal, impone sus manos en un gesto
de bendición, toca a los leprosos en un gesto de cercanía. Desde estas claves
debemos leer el relato de Cafarnaún cuando Jesús coge de la mano a la suegra de
Pedro y la levanta en un gesto de cercanía y apoyo que le trasmite nueva
fuerza.
Jesús se acerca al dolor humano sin
teatralidad ni palabras altisonantes La frase evoca una
victoria sobre el mal, que intentaba retener a la mujer atada a la cama. Jesús levantó a la enferma. Levantar
es justamente el verbo que el
evangelista emplea en otras ocasiones para expresar la resurrección, tanto de
otras personas como de la propia resurrección de Jesús. La primera curación es,
pues, un anticipo de lo que será la radical y total curación: la resurrección.
El tercer detalle es la reacción de la enferma que “se puso a
servirles” La prueba de que la mujer está curada es que se pone a servir a los
huéspedes. Jesús quiere que el
resultado de su actividad sea el servicio a los demás. La mujer sanada se convierte en una auténtica discípula, ya que
comienza a hacer lo que distingue al Maestro: “El Hijo del hombre ha venido a
servir…”
La actitud de Jesús frente a la suegra de Simón presenta caracteres
absolutamente nuevos. Un rabino jamás se habría dignado acercarse a una mujer y
cogerla de la mano para devolverla la salud. Ni menos aún, un rabino se habría
dejado servir por una mujer. Jesús rompe la marginación de la mujer
La actividad de Jesús, por la tarde, a la puerta de la casa se centra
en el exorcismo y la curación, es decir, en la restauración del ser humano en
todas sus dimensiones. De la intimidad de la casa pasamos al escenario público.
La población entera se da cuenta de quién es Jesús y, al atardecer, le traen
sus enfermos y endemoniados. Todo el cruel panorama del sufrimiento humano es
expuesto en la presencia de Jesús. De repente lo vemos circundado por una mar
de dolor y miseria. Lo que habíamos visto en la sinagoga y en la casa, se
repite ahora con la gente de la ciudad, que ha puesto su esperanza en Jesús. El
poder deslumbrante del Reino va ampliando su radio de acción. Del espacio
restringido de la sinagoga y la casa, se pasa a la sanación, de la sociedad
entera.
La jornada misionera modelo se repite en “toda
Galilea”, y se va “reinventando” en nuevos lugares, tiempos y situaciones. La
misión tiene una fuerza expansiva irreprimible. El Maestro no se amarra a una
sola actividad ni a un solo lugar. Él dice que debe llevar su mensaje a “toda
Galilea”.
2.- La soledad y la oración.
La soledad y la oración forman parte del ministerio de Jesús. Que al amanecer, se
retira, a orar, en un lugar solitario, en el silencio, en la paz de la mañana. Marcos
no da detalles del contenido de su oración, para él es suficiente decir que
Jesús se va a orar. La oración está en la
agenda de su actividad y de sus compromisos. Ahí es dónde culmina su actividad
a favor de la muchedumbre y de ahí arrancará de nuevo una actividad pastoral.
La oración es para Jesús culmen y fuente de acción, y así debería ser para el cristiano.
Forman parte de la actividad de Jesús no solo los
rasgos de una actividad incesante, sino también el tiempo para estar con Dios
en la quietud y en el recogimiento. Jesús vive en una relación con Dios,
incomparable, y el comportamiento del maestro marca la pauta del estilo de
vida, de los discípulos, que son invitados a orar junto a él, de una manera o
de otra, en esta atmósfera de paz y de tranquilidad.
3.- El Secreto mesiánico.
Muestra que Jesús fue
realmente hombre entre los hombres, que no quiere ser reconocido como Mesías, a
la manera como le esperaba la gente de aquel tiempo, como un Mesías guerreo y
nacionalista. Su mesianismo estará marcado por la cruz, como el Siervo de Yavé.
Sólo la muerte desvelará este secreto: entonces empezarán a reconocer que él es
el Hijo de Dios.
2.- ¿Qué mensaje nos trae
este pasaje y qué compromiso nos pide, hoy el Señor?
El evangelista distingue intencionalmente, la
sinagoga, la casa de Pedro y el descampado. Es una
jornada que rezuma alegría y moral de triunfo por todo lado. La actuación de
Jesús se caracteriza por una autoridad sorprendente que suscita entre la gente
el interrogante por el misterio de su persona. Su acción se realiza en el espacio privado y en el
profano. La Buena
Noticia no se puede quedar aprisionada en la esfera religiosa,
pues afecta al ser humano en todas sus dimensiones.
Donde está Jesús, crece la vida, se lucha por
la vida. Donde está Jesús hay amor a la vida, interés por el ser humano, pasión
por la liberación de todo mal. El relato evangélico nos presenta a Jesús atento
a los males y dolencias de los demás, restaurando lo que está enfermo: humanizando,
liberando, devolviendo la alegría y la vida a todos. Es incapaz de pasar de
largo si ve alguien sufriendo. Lo suyo no es solo predicar. Lo deja todo,
incluso la oración, para responder a las necesidades y dolencias de las
personas. Por eso lo buscan tanto los enfermos y desvalidos.
Esta página del evangelio nos señala que el
lugar ideal para descubrir la presencia de Dios es la praxis por la vida del pueblo
necesitado y marginado, por la justicia que humaniza al ser humano, por la
entrega, a fondo perdido, por el hermano, y por la oración en la que
experimentamos el amor de Dios y orientamos la vida de acuerdo a su proyecto. Este
pasaje subraya que allí donde aflora el dolor y el sufrimiento humano está
presente Dios. Y que esta realidad, se convierte en lugar privilegiado para
descubrirle, conocerle y experimentarle.
Jesús no pasó de largo frente a la historia
humana, traspasada por el dolor. Su sensibilidad le llevó a cargar con él, a
curar a los enfermos, y a sufrir con los que sufren. Acercarse al dolor, es
siempre, acercarse al Dios de Jesús. La praxis por la vida y la búsqueda del
querer de Dios lleva a vivir de cara a los demás, a no acomodarse, sino a salir
de nuestro cómodo entorno.
La actividad curativa de Jesús se despliega en
aquél mundo, como en un gran hospital, donde se acumula el dolor. Si Jesús cura
es porque la enfermedad no es querida por Dios en su proyecto inicial trazado
para el ser humano. Y con sus curaciones anuncia la Buena Nueva del amor de Dios.
Muchos de los que sufren golpeados por la
adversidad no sabrán responder el por qué de ese sufrimiento y ese dolor. Y esa
incapacidad de respuesta lleva a desahogarse frecuentemente, como en el caso de
Job, maldiciendo a Dios, negando a Dios, o en la desesperación. La respuesta
del Evangelio y de la comunidad cristiana, que brotó de la primavera espiritual
de la resurrección, es una respuesta de fe en el amor de Dios. La predicación,
milagros, muerte y resurrección de Jesús son signos de ese amor inequívoco de
donde brotaron comunidades de discípulos llenos de fe y mensajeros de ese amor.
Cuando las cosas salen bien, la enfermedad se
cura y el conflicto se arregla, resulta fácil creer en el amor. Decimos que Dios
me ha ayudado, que he sentido a Dios muy cerca de mí. Pero si el enfermo muere,
o la situación no se aclara, pensamos y decimos, ¿es que Dios está ausente, o
no nos ama, o nos está castigando? ¿Para qué sirve Dios si nos libera del
sufrimiento?
La presencia del dolor se ha utilizado con
frecuencia como un argumento contra Dios: El sufrimiento de los inocentes es,
para muchos, la prueba contundente de que Dios no existe. Pero si somos un poco
observantes, nos daremos cuenta de que la enfermedad no es un castigo de Dios,
sino un signo de nuestra fragilidad, de nuestra condición de criaturas. De que
el mayor porcentaje del dolor lo causamos nosotros mismos. Y por eso, de
nosotros deben venir también las soluciones.
Las obras de Jesús confirman sus enseñanzas y
las enseñanzas deben ser entendidas en el contexto de sus obras. Todo en él es
buena noticia. Con Jesús ha llegado el reino de Dios a este mundo pero él no lo
implantó ni en toda la tierra, ni de forma total y definitiva.
Dios ha hecho al hombre colaborador suyo en la
obra de la creación y de la redención. Cuando el hombre investiga y utiliza los
recursos de la tierra, va colaborando con Dios en dar nuevas formas de
perfección a la creación inicial. Jesús sigue sanando a los enfermos por el
médico que cura, por el cirujano que opera. Creyentes o no creyentes, conscientes
o no de ello, somos colaboradores de Dios. Lo mismo sucede con todos los signos
de progreso en beneficio de la humanidad. Todo ejercicio legítimo de cualquier profesión
humana es una colaboración con Dios, para completar la creación. Todas las actividades
políticas, culturales, humanitarias, eclesiales, y cualquier actividad humana,
en función del bien común, están colaborando en la implantación de su reino de
Dios.
Las curaciones de Jesús no han solucionado la dolorosa
historia de la humanidad, no ha resuelto el problema del mal y del dolor. Pero
nos han descubierto algo decisivo y esperanzador: Que Dios es amigo de la vida,
y ama apasionadamente la salud, la felicidad, el gozo y la plenitud de sus
hijos. Y que Dios ha puesto a nuestro alcance, por medio de la ciencia y de la
técnica, la posibilidad de seguir haciendo los milagros que hizo Jesús para
aliviar y suprimir el dolor, para defender la vida, para promover las calida de
vida, para que todos tengan una vida digna.
Los creyentes no podemos olvidar que el amor
cristiano es siempre interés por la vida, búsqueda apasionada de felicidad para
el hermano. El amor cristiano es la actitud que nace en aquél que ha
descubierto que Dios ama tan apasionadamente nuestra vida que ha sido capaz de
sufrir nuestra muerte, para abrirnos las puertas de la verdadera vida
compartiendo para siempre su amor.
Quien vive con un corazón
que ve, sabe captar las necesidades de los demás en lo más profundo de
su ser, paras hacerlas suyas. Si yo aprendo a mirar al otro como miraba Jesús,
descubriré que puedo ofrecerle la mirada de amor que él necesita. Esto nos
alegra y nos compromete con Cristo a seguir haciendo, hoy, lo que él hizo ayer.
Al decirnos cómo es Dios, nos está diciendo cómo quiere Dios que seamos y como
debemos ser, y como debemos vivir, los auténticos discípulos de Jesús.
3.- ¿Cuál es, hoy, mi
respuesta al Señor?
·
En nuestra programación
diaria, ¿hay algún momento de encuentro y de oración con Dios, como lo estaba
en el programa de Jesús?
·
¿Tengo claro y acepto que
el Dios revelado por Jesús no castiga, ni prueba a nadie, con la enfermedad, el
dolor, el sufrimiento, o la pobreza?
Autor: P. Felipe Mayordomo Álvarez sdb.
Transcripcion: Jorge Mogrovejo M.
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