domingo, 14 de enero de 2018

Evangelio del Domingo 14 de Enero del 2018



Evangelio segun San Juan 1,35-51
Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: "He ahí el Cordero de Dios."Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que le seguían les dice: "¿Qué buscan?" Ellos le respondieron: "Rabbí, que quiere decir, "Maestro", ¿dónde vives?" Les respondió: "Vengan y lo verán." Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con él aquel día. Era más o menos la hora décima. Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: "Hemos encontrado al Mesías" - que quiere decir, Cristo. Y le llevó donde Jesús. Jesús, fijando su mirada en él, le dijo: "Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú te llamarás Cefas" - que quiere decir, "Piedra". Al día siguiente, Jesús quiso partir para Galilea. Se encuentra con Felipe y le dice: "Sígueme." Felipe era de Betsaida, de la ciudad de Andrés y Pedro. Felipe se encuentra con Natanael y le dice: "Ese del que escribió Moisés en la Ley, y también los profetas, lo hemos encontrado: Jesús el hijo de José, el de Nazaret." Le respondió Natanael: "¿De Nazaret puede haber cosa buena?" Le dice Felipe: "Ven y lo verás." Vio Jesús que se acercaba Natanael y dijo de él: "Ahí tenen a un israelita de verdad, en quien no hay engaño." Le dice Natanael: "¿De qué me conoces?" Le respondió Jesús: "Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi." Le respondió Natanael: "Rabbí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel."Jesús le contestó: "¿Por haberte dicho que te vi debajo de la higuera, crees? Verás cosas mayores." Y añadió: "En verdad, en verdad os digo: verán el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar  sobre el Hijo del hombre."
1.- ¿Qué nos quiere decir Juan, en este Evangelio?
Este domingo Juan, y el próximo Marcos, nos dan dos versiones distintas de la llamada de los primeros discípulos, en un encuentro personal con Jesús.  Y escuchamos las primeras palabras de Jesús, dirigidas exclusivamente a sus discípulos, los mismos que experimentarán y comprenderán su misterio y se convertirán luego en sus testigos. 
El evangelio de hoy evoca el proceso y las distintas circunstancias de aquellas primeras vocaciones. Subraya la eficacia del testimonio y las consecuencias del mismo, transformando la escena de la vocación de los primeros discípulos en un testimonio más de la fe sobre Jesús. Esta serie de testimonios sobre Jesús, comienza con Juan el de Bautista, y termina con el propio testimonio de Jesús, en su auto-presentación como Hijo del hombre.
A pesar de sus detalles tan concretos, no podemos considerarlo como un relato histórico, porque en este pasaje aparecen los diversos títulos con los que se reconocerá a Jesús a lo largo del evangelio: Cordero de Dios, Mesías, Aquél de quien escribieron Moisés y los Profetas, Rabbí (Maestro), Hijo de Dios, Rey de Israel. Porque no es posible que en el primer encuentro con Jesús utilizaran esa terminología.
El evangelista coloca en este primer encuentro con Jesús no tanto la experiencia que vivieron en el descubrimiento de Jesús, sino lo que fueron viendo en él posteriormente, a la luz de la resurrección y bajo la acción del Espíritu. Por lo tanto, este relato de la vocación-testimonio es un pasaje teológico escrito a la luz de la Pascua. Pero en él se mezclan, con afirmaciones teológicas muy elaboradas, importantes recuerdos históricos, detalles muy concretos que quedaron grabados para siempre en quien escribe.
El evangelio no da los nombres de los dos discípulos. Le interesa más señalar que siguen a Jesús, que su identidad. Estos personajes, sin dejar de ser históricos, son también personajes-símbolo. Juan pone su mirada en Jesús, que pasa, y a la mirada le sigue el testimonio. Para ser testigo es preciso primero haber visto. El testimonio es escuchado, y del oír nace el deseo, de seguir a Jesús.
Seguir. Este verbo, que aparece 19 veces en Juan, pertenece al vocabulario teológico del evangelista. Incluye la idea de seguir sus huellas, ir tras él, aceptarlo. Jesús, se vuelve, fija la vista en los dos discípulos, y se teje un diálogo brevísimo, con cuatro verbos teológicos: ver, buscar, venir, morar.
Buscar. Expresa el afán de encontrar algo, o alguien cuyo hallazgo producirá una satisfacción plena.
Morar. No sólo se dice de habitar y vivir, sino sobre todo de permanecer en unión íntima y estrecha.
Venir y ver. Incluye la idea de creer, descubrir quien es Jesús y darse a él. Juan sintetiza el resultado de la entrevista repitiendo los mismos verbos: “Fueron”, “vieron”, “permanecieron”.
Encontrar. No se trata de un encuentro fortuito, sino del encuentro providencial de dos personas para la realización de un plan querido por Dios.
I.- El origen de las primeras vocaciones cristianas En ellas está, como base y punto de partida:
·         El testimonio. En el origen de estas vocaciones nace del testimonio de Juan Bautista sobre Jesús. Aunque lo identifica y lo proclama con un extraño título, “He aquí el cordero de Dios”, tuvo que ser un testimonio vivo e impactante que hizo mella en sus discípulos.
·         Las mediaciones humanas. Tienen un papel fundamental en la vocación de los primeros discípulos. Primero Juan Bautista quien, da a conocer y proclama la personalidad de Jesús a sus seguidores, se lo presenta y les invita a que vayan detrás de él. Después serán Andrés el que hace de mediador con Pedro. Y Felipe que hace de mediador con Natanael.
·         La experiencia personal. Es otro elemento fundamental en el proceso de la vocación de cada uno. Cuando los discípulos se encuentran con Jesús, éste no trata de convencerles con discursos teóricos. Simplemente les dice: “Vengan y vean”. “Fueron”, “vieron” y “se quedaron con él”.
La mirada penetrante de Jesús, el compartir con él, el poder verle y observarle, el convivir con él, eso es lo que deja huella imborrable en su vida. Luego Andrés comunica su propia experiencia a Pedro y lo conduce a Jesús para un encuentro personal con él. Jesús dirige una mirada profunda y escrutadora sobre Simón, que penetra su corazón y produce un viraje importante en su vida. Esa mirada penetrante fue el origen de una experiencia extraordinaria y de una transformación radical, expresada en el cambio de nombre: “Simón será en adelante Pedro, Roca, Piedra”. Felipe lleva a Natanael al encuentro de Jesús, y Jesús da testimonio de él: “Este es un verdadero israelita.” 
·         El seguir a Jesús. Es la respuesta personal y libre que culmina el proceso vocacional. El discípulo es un seguidor. La palabra seguimiento es el término elegido en los evangelios para expresar la adhesión de los discípulos a Jesús, y exigía formar parte de su grupo de modo estable.
La comprensión del misterio de Jesús no se da en un golpe de vista momentáneo. Su vida, muerte y enseñanza deben ser consideradas globalmente. Unas explican y dan sentido a otras, y todas ellas comienzan a iluminarse desde la Pascua. El evangelista coloca en este primer momento, concentrado y anticipado, todo lo que los discípulos descubrieron en Jesús, a partir de la resurrección.
II.- ¿Quién es ese Jesús, que pasa y llama?
·         Es el Cordero de Dios. La sangre del cordero pascual fue, en Egipto, la señal para salvar a los primogénitos. En la Pascua, recordarán y celebrarán este acontecimiento, inmolando un cordero. Jesús, inmolado en la cruz, es visto como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
·         Es el Señor, el Maestro, (Rabbí), que da la verdadera enseñanza de la vida.
·         Es el Mesías, en arameo, el Cristo, en griego y el Ungido, en castellano. Él traerá el reino de Dios,
·         Es aquél de quien escribió Moisés en la Ley y os profetas. Es decir el Mesías esperado.
·         Es el Rey de Israel. Es otra forma de proclamar que es el Mesías. El Rey para Israel, era el que ejercía el derecho y la justicia de parte de Dios, el defensor de los pobres y las viudas.
·         Es el Hijo de Dios. Es un título, específicamente cristiano, con el que la comunidad confesó su fe en Jesús como Dios después de la Pascua.
·         Es el Hijo del Hombre. Aparece 12 veces en este evangelio, siempre en labios de Jesús. El título nos orienta en la línea de la mediación entre Dios y el hombre, el punto de unión entre el cielo y la tierra. La alusión al cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del Hombre recuerda el sueño de Jacob, y la escalera que unía el cielo y la tierra. Jesús es la escalera, el mediador entre Dios y los hombres. Jesús es el camino de ida y vuelta entre el hombre y Dios.
III.- La importancia del testimonio: Los relatos de llamada y el encuentro de Jesús con los cinco primeros discípulos aparecen unidos y encadenados entre sí. Todos son relatos de testimonio. Andrés y el otro discípulo descubren a Jesús por el testimonio de Juan Bautista, Pedro, por el testimonio de Andrés; Natanael, por el testimonio de Felipe, que era del pueblo de Andrés y Pedro. La narración subraya la importancia del testimonio en el descubrimiento de Jesús.
Felipe es llamado directamente por Jesús y es el que presenta a Natanel que no perteneció al grupo de los doce. Juan, en 21,2, le menciona entre los siete iniciadores de la evangelización cristiana. La presentación que hace Jesús de Natanael es muy significativa. “Este es un verdadero israelita”, apunta hacia una sinceridad y coherencia gracias a las cuales encontró en la lectura de la Toráh una pista segura que le llevó a descubrir al Mesías. “Te vi cuando estas bajo la higuera”.
Los rabbís se sentaban a la sombra de la higuera para enseñar la Toráh y meditar en ella. Y ese conocimiento de la Escritura le lleva Natanael a aceptar a Jesús como Hijo de Dios, al relacionar su persona con lo que decía la Toráh acerca del Mesías.
En verdad en verdad les digo”, es una fórmula solemne que utiliza este evangelista para introducir una afirmación muy importante. Jesús se dirige ahora a todos sus oyentes: “Verán el cielo abierto”. Es una alusión a la visión de Jacob (Gn 28,11-19), que habla de: un lugar, “Bet-El”, que es casa de Dios y puerta del cielo, una piedra que Jacob erige como estela y la consagra, significando la presencia divina localizada allí; una escala que une cielos y tierra, estableciendo la comunicación entre Dios y el hombre; los ángeles de Dios que suben y bajan por la escala. ¿Qué quiere dar a entender Jesús al explicar este texto tan solemnemente? Que Natanael irá conociendo más profundamente a Jesús:
·         Verá que Jesús es el nuevo lugar, “el auténtico Bet-El”, “Casa-de-Dios”, “Puerta-del-Cielo” Jn10,7.9
·         Verá que Jesús es como la “piedra ungida” donde se localiza ahora la presencia divina y donde los hombres pueden encontrar a Dios (Jn 14,8-11)
·         Verá que Jesús es “la nueva escala” que establece la comunicación entre los cielos, que se han abierto, y la tierra; es decir e, entre Dios y los hombres Mt3,16; Jn 1,32)
·         Finalmente, verá que en Jesús se manifestará la gloria de Dios (Jn 1,14)
Natanael es el nuevo Jacob y la comunidad cristiana será el nuevo Jacob-Natanael.
IV.- Jesús es el Hijo del hombre. Este título aparece en Dn 7,13, donde el Hijo del hombre es un símbolo del victorioso pueblo de Dios. Jesús lo utilizó 84 veces para designarse a sí mismo. Esta expresión, pone de relieve la naturaleza humana asumida por el Verbo de Dios hecho carne, y representa en este evangelio la exaltación de Jesús por la cruz, y la glorificación en su regreso al Padre por la resurrección.
Natanael verá cosas mayores, verá la gloria de Dios manifestándose en Jesús, primero en los milagros, pero sobre todo en su “exaltación-glorificación” por su muerte y su retorno al Padre.
2.- ¿Qué mensaje nos trae este pasaje y qué compromiso me pide, hoy el Señor?
La historia de la vocación de Samuel, primera lectura, nos recuerda que la vocación de Dios no es el resultado de los esfuerzos o investigaciones humanas, sino una llamada de Dios, que suele servirse de otras personas como intermediarios. Dios llama esperando una respuesta: “Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.
Nuestra decisión de seguir Cristo deberá estar marcada por el mismo esquema de los primeros discípulos: el testimonio, la mediación humana, el encuentro personal, la decisión de seguirle que culmina con la experiencia del encuentro personal con Cristo. Todos necesitamos una experiencia de las cuatro de la tarde, como Juan, que marque nuestro encuentro inolvidable con Cristo.
Los sacramentos de iniciación a la vida cristiana, que empiezan con el bautismo de niños, y termina con la confirmación a los diecisiete, o dieciocho años, tienen como objetivo iniciar y acompañar, a los niños, adolescente y jóvenes en el proceso de crecimiento en la fe, y motivar a los jóvenes a asumir la fe como un compromiso consciente, libre y personal con Cristo, al recibir la confirmación.
Los primeros testigos de Cristo deben ser los padres. Si la familia, no vive la fe, si no practica, los hijos recibirán los sacramentos, pero no llegarán a ser cristianos. La educación en la fe es parte de la educación humana de la persona, y eso le corresponde a la familia. Si no evangelizamos a la familia, de la familia no saldrán cristianos. Saldrán creyentes que cumplen una serie de preceptos, por tradición o por miedo, que tranquilizan su conciencia con ciertos ritos; pero no tendremos ni auténticos discípulos, ni testigos creíbles de Cristo. La fe no se hereda, se descubre y se asume. La Iglesia deberá dejar de ser masa para empezar a ser levadura. Ser sal y levadura, como quería Jesús.
Y aplicar el proyecto pastoral de Mateo: “Hacer discípulos, bautizar y enseñar a cumplir todo lo que yo os he enseñado”. Los sacramentos son para los discípulos, y la catequesis no es para recibir sacramentos, sino para ser discípulos. A las parejas que piden el matrimonio-sacramento, habrá que darles una catequesis que les permita descubrir lo que significa ser cristiano, para que asuman la fe como un compromiso con Cristo. Y la catequesis familiar, para que la familia, evangelizada, pueda evangelizar a sus hijos, viviendo el Evangelio y acompañarles en los sacramentos de iniciación.
La vocación cristiana, es siempre un don gratuito de Dios, como aparece en la llamada de Samuel, pero ese don exige siempre respuesta libre y personal a la llamada de Dios. La gratuidad no es fatalismo. “Cada uno tiene la responsabilidad de forjar y encauzar su propia vocación. La vocación cristiana tiene una realidad y consistencia anterior a toda decisión humana. El hombre no la crea, pero tiene que hacerla real, asumiéndola en cada tiempo hasta lograr su total realización” (CEE).
¿Qué buscáis? Es una pregunta fundamental, que nos deja desconcertados, porque va al fondo y toca las raíces mismas de nuestra vida. ¿Qué buscamos en el estudio, en el trabajo? ¿Qué es lo que motiva nuestras ansias de vivir, nuestras luchas, nuestras esperanzas?
Jesús empieza preguntando. No puede haber respuesta sin una pregunta previa. Jesús dará una respuesta a nuestras preguntas. Jesús será la respuesta si es que nosotros hacemos verdaderas preguntas. Jesús no juega a dificultar el encuentro, ni se esconde de quien lo busca sinceramente. Se vuelve, pregunta, invita, llama, dialoga, explica y facilita el encuentro, más aún, se deja encontrar.
La experiencia personal y el testimonio son dos caminos que conducen a la fe, que nos descubren quién es Jesús de Nazaret. El encuentro y el descubrimiento tienen lugar habitualmente en la realidad histórica cotidiana: En el camino: “Jesús pasaba”, en el diálogo, en una presentación, en una decisión: “Ven y lo verás”, en un encuentro con Dios, que transforma totalmente nuestra existencia.
¿De Nazaret puede salir algo bueno? También hoy, muchos que se dicen cristianos, están llenos de prejuicios contra Cristo. Tienen imágenes infantiles de Cristo, un Cristo más mago que Dios, un Cristo de la historia que se quedó en el pasado, un cristo-imagen muerto, o un cristo milagrero. Las mujeres y los hombres de ahora necesitan testigos-mediadores que faciliten el encuentro con el Cristo vivo. La única predicación que entiende nuestro mundo es el testimonio de vida, es el lenguaje de la vida, es la comunicación de la experiencia personal: “He descubierto al Mesías, ven y verás”
3.- ¿Cuál es, hoy, mi respuesta al Señor?
·         Para mi, ¿quién es Cristo, una idea, una imagen de madera, o una persona viva, resucitada?
·         Hacer una síntesis de la pedagogía de Jesús en su encuentro con los primeros discípulos  
·         ¿Qué voy a hacer para propiciar un encuentro personal con el Cristo Vivo, al estilo de Natanael, con la lectura y meditación del Evangelio? 




Autor: P. Felipe Mayordomo Álvarez sdb.    
Transcripcion: Jorge Mogrovejo Merchan 

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