domingo, 30 de septiembre de 2018

Comentario al Evangelio del XXVI Domingo del Tiempo Ordinario (30 de Septiembre del 2018)

Evangelio del XXVI Domingo del Tiempo Ordinario
30 de Septiembre del 2018
Evangelio Segùn San Mc 9, 38-43.45.47-48

Juan le dijo: "Maestro, hemos visto a uno que hacía uso de tu nombre para expulsar demonios, y hemos tratado de impedírselo porque no anda con nosotros."
Jesús contestó: "No se lo prohíban, ya que nadie puede hacer un milagro en mi nombre y luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros está con nosotros.
Y cualquiera que les dé de beber un vaso de agua porque son de Cristo, yo les aseguro que no quedará sin recompensa."
"El que haga caer a uno de estos pequeños que creen en mí, sería mejor para él que le ataran al cuello una gran piedra de moler y lo echaran al mar.
Si tu mano te está haciendo caer, córtatela; pues es mejor para ti entrar con una sola mano en la vida, que ir con las dos a la gehenna, al fuego que no se apaga.
Pues es mejor para ti entrar cojo en la vida que ser arrojado con los dos pies a la gehenna.
Pues es mejor para ti entrar con un solo ojo en el Reino de Dios que ser arrojado con los dos al infierno, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.

1.¿Què nos quiere decir Marcos en este Evangelio?

El evangelio de hoy contiene dos partes o subsecciones: 9,38-41 y 42-48 cuya autonomía literaria es evidente. 

El texto de la primera parte comienza algo sorpresivamente con una especie de "interrupción" del apóstol Juan quien habla a Jesús en nombre de los discípulos. No se ve claramente la relación de Mc 9,38-41 con lo anterior ni con lo que sigue, por ello se puede asumir que se  trata de una unidad independiente que Marcos conservó tal como se encontraba y la incrustó en este lugar. 

Ahora bien, lo que Juan informa a Jesús es que han visto a "uno" - que permanece anónimo -, expulsando demonios en su nombre y no es de sus seguidores; y por ello trataron de impedírselo. Se utiliza el verbo akolouzeō (akolouqe,w = seguir) que es propio de los discípulos; por tanto se lo excluye por no ser discípulo-seguidor de Jesús. 

Si bien Jesús nunca invocó su nombre al realizar sus exorcismos y curaciones, en el libro de los Hechos encontramos que los apóstoles realizan estos prodigios invocando el nombre de Jesús (cf. He 3,6; 9,34; 16,18). Al parecer era la costumbre invocar un nombre poderoso al realizar estas acciones. Por lo visto Juan piensa que no corresponde que invoque el nombre de Jesús si no pertenece al grupo de sus seguidores. 

La respuesta de Jesús es clara: "No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros" (Mc 9,39-40). 

En esta respuesta vemos que Jesús hace una valoración positiva de este personaje anónimo por cuanto lo invoca reconociendo el poder que encierra su nombre y, por ello, es evidente que no irá en contra, que no hablará mal de él. 

En la frase siguiente notamos que Jesús tiene un criterio todavía más abierto: el que no está en contra, está a favor. O sea que acepta diversos niveles o grados de adhesión a su persona valorándolos positivamente; mientras que considera como contrarios sólo a los que lo están abierta o explícitamente. 

El dicho que sigue avanza en esta postura maximalista por cuanto promete recompensa incluso a quien realice el menor gesto – como dar un vaso de agua – a favor de sus discípulos por el hecho de ser de Cristo. 

Este relato ofrece un nuevo ejemplo de la falta de comprensión de los discípulos, de su falta de sintonía con Jesús. Así como después del anuncio de la pasión por parte de Jesús ellos discutían sobre quién era el más grande; ahora aspiran a "tener la exclusividad sobre Jesús". 

La segunda parte agrupa una serie de cuatro dichos vinculados por tema común: el escándalo. De hecho, aunque la traducción no lo refleje del todo, el verbo "escandalizar" (skandalízomai) aparece en 9,42.43.45.47.- (Notamos que los vv. 44 y 46 se pasan por alto por una cuestión de crítica textual por cuanto faltan en los mejores manuscritos y se juzga que algunos testigos tardíos, en particular la Vulgata, los añadieron copiando 9,48). 

Recordemos que el sustantivo skándalon designaba originalmente el cierre de una trampa. En la Biblia griega (LXX) adquiere un sentido figurado: ocasión de ruina o de pecado; obstáculo con el que se tropieza. En el NT la idea original de caer en una trampa se mantiene en Rom 11,9, que cita el Sal 69,23. Fuera de este lugar, en general mantiene el sentido figurado de la LXX: ocasión de pecado, incitación a la apostasía o incredulidad. Lo que escandaliza es algo contra lo que se choca y que provoca indignación o protesta. El verbo escandalizar (skandalízomai), en voz activa, significa provocar escándalo en el sentido de ser ocasión de pecado, de caída o tropiezo, como en el caso de nuestro texto. 

Los cuatro dichos comienzan con oraciones en condicional (si alguien…si tu mano…) que se refieren a posibles situaciones de escándalo, seguidas de una acción que es preferible que suceda antes que el mismo escándalo o pecado. El primero tiene un contenido más propio mientras que los tres restantes están claramente en paralelo pues su contenido es casi idéntico. 

El primer dicho se refiere a no escandalizar a los pequeños que creen. Notamos que aquí se trata de alguien que escandaliza, que provoca escándalo por cuanto pone en ocasión de pecado o de hacer perder la fe a los "pequeños que creen". No es fácil determinar a quienes se refiere Marcos con esta expresión por cuanto es la única vez que la utiliza. En el texto paralelo de Mateo se habla por tres veces de estos pequeños (18,6.10.14) y da la impresión que se refiere a los recién convertidos, por tanto, pequeños en la fe, neófitos en la comunidad. Probablemente en Marcos se refiera también a los nuevos creyentes que todavía no han consolidado del todo su fe y, por ello, pueden perderla a causa del escándalo. Esta doble composición de la comunidad cristiana la encontramos en Corinto donde Pablo distingue entre los débiles - que son los recién convertidos y poco formados -; y los que tienen conocimiento o formación, los cuales con su libertad pueden escandalizar a los anteriores. (cf. 1Cor 8,7-13). Otros piensan, en cambio, que se refiere explícitamente a los niños, a los pequeños, pero es menos probable. 

La segunda parte del dicho señala que es preferible ahogarse en el río antes que escandalizar a los pequeños que creen. La medida nos puede parecer exagerada, al igual que los dichos siguientes cuando dicen que es preferible cortarse los miembros que pueden ser ocasión de pecado. Pero aclaremos de entrada que se trata de un modo de expresión llamado por algunos hiperbólico, el cual mediante la exageración busca llamar la atención del oyente/lector para que tome conciencia de la gravedad del escándalo. Este modo de expresión o lenguaje hiperbólico lo encontramos con frecuencia en los evangelios. J. Dupont5, teniendo en vista sus consecuencias para la ética, habla de "lenguaje simbólico" y sostiene que el mejor paralelo de este tipo de lenguaje lo encontramos en Jn 13,14 dónde Jesús manda a sus discípulos lavarse los pies unos a otros. El mandamiento es real pero se refiere a una actitud de humilde servicio que trasciende el gesto simbólico de lavar los pies.

En conclusión, justamente por tratarse una hipérbole o exageración, de un lenguaje simbólico, no puede tomarse a la letra.

Los tres dichos siguientes están en claro paralelo, como podemos ver:

Si tu mano es para ti ocasión de pecado
córtala
porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos a la Gehena, al fuego inextinguible
Y si tu pie es para ti ocasión de pecado
córtalo
porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies a la Gehena.
Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado
arráncalo
porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos a la Gehena,  donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.

Aquí el escándalo no viene de afuera, de un tercero, sino de la propia concupiscencia. Tenemos los miembros que pueden ser ocasión de pecado: mano, pie, ojo. Para la Biblia las manos simbolizan la obra del hombre; los pies su caminar, su andar y los ojos su deseo o proyecto. Si invertimos su orden tendríamos todo el proceso del pecado: primero el deseo o proyecto de pecar (ojo); luego la decisión de ir a pecar, de ponerse en camino hacia el pecado (pie); y finalmente el pecado como acción, como obra mala realizada (mano).

Ante la posibilidad real del pecado, Jesús manda una acción rápida y eficaz: cortar o arrancar. Sigue luego la motivación de esta acción drástica: es preferible perder uno de estos miembros que quedar fuera de la Vida o del Reino (son equivalentes) e ir a la condenación de la Gehena por mantenerlos. La Gehenna toma su nombre del valle de Ben Hinnon, al sur de Jerusalén, que con el tiempo se transformó en una especie de basural donde el fuego ardía siempre. De aquí que se haya tomado como imagen del lugar de la condenación eterna.

Por tanto, Jesús exhorta a evitar firmemente toda ocasión de pecado, con la motivación de la condenación escatológica (ser arrojado a la Gehena y quedar fuera del Reino/Vida).

2.¿Què mensaje nos trae este pasaje y què compromiso nos pide hoy, el Señor?

Mucha gente vive triste y amargada, renegando y protestando porque no ve justicia en este mundo. Les han matado a un familiar, los han encarcelado injustamente o los han expulsado de su lugar de trabajo por intrigas. Y cuantas injusticias mas podriamos decir que llenan a tanta gente de pesadumbre y las hacen resentidas y violentas. Porque cuando no ven la justicia es muy fácil caer en la tentación de volverse rencoroso y vengativo. ¿Acaso muchos guerrilleros no están ahí por un deseo insaciable de revancha ante las injusticias que han experimentado? ¿Y cuantas personas se vuelven crimninales porque la justicia no llega? ¿Existe la justicia en el mundo?¿De verdad hay justicia en el mundo? Al considerar el panorama que presenta la sociedad es fácil concluir que la justicia no existe.

Si embargo, nosotros los cristianos, tenemos como uno de los principios fundamentales de nuestra fe en creer en la justicia de Dios. Pues bien, es necesario distinguir, la justicia humana que reina en este mundo es frágil y limitada, y muy a menudo no llega o llega a mal. Pero existe otra justicia, la verdadera justicia, la justicia de Dios. Ella no falla, ella es definitiva y ante ella hemos de comparecer todos. 

Hay gente que afirma que todos nos salvaremos, lo cual significa que hagas el bien o hagas el mal, de todas maneras llegarás a la plenitud de Dios. Pero eso no es lo que nos dice la Sagra Escritura. Ella nos habla my claramente de la justicia de Dios, que ya está actuando cirtamente en el mundo, aunque aún no se ha manifestado plenamente.  Pero tengamos en cuenta esto: la justicia verdadera sólo viene de Dios. Además, Dios es el que hace justo al hombre. Nadie, realmente nadie es justo ante Dios y sólo los que se dejen justificar por El alcanzarán la plenitud que El ofrece.

El juzgará definitivamente al mundo entero: todo ser humano tendrá que responder ante el tribunal de Cristo. Dios es salvador e infinitamente misericordioso, pero El también es justo y esto quiere decir que respeta la conducta del hombre: si alguien opta por el mal, El no se lo impide, pero este optar por el mal significa rechazar a Dios mismo. Por lo tanto, quien rechaza a Dios ¿cómo puede llegar a la plenitud de Dios?

¿Cómo puede una persona que se abandona al mal, querer gozar de la misericordia y la protección de Dios?
El Nuevo Catecismo de la Iglesia dice: "El juicio final sucederá cuando vuelva Cristo glorioso... Entonces, El pronunciará por medio de su  Hijo Jesucristo, su palabra definitiva sobre toda la historia. Nosotros conoceremos el sentido úlitmo de toda la obra de la creación y de toda la economía de la salvación, y comprenderemos  los caminos admirables por los que su Providencia habrá conducido todas las cosas a su fin último. El Juicio Final revelará que la justicia de Dios triunfa de todas las injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es más fuerte que la muerte".

Por lo tanto, no es verdad que la justicia no exista y que no haya de reinar un día definitivamente y que, entonces, tantas injusticias que vemos, en este mundo serán superadas porque reinará la verdad de Dios y no las mentiras que ahora nos imprimen. Mentiras como sabemos de todo el orden, y que crean terribles injusticias. 

Entonces: "Si tu mano te está haciendo caer, córtatela; pues es mejor para ti entrar con una sola mano en la vida, que ir con las dos a la gehenna, al fuego que no se apaga.
Pues es mejor para ti entrar cojo en la vida que ser arrojado con los dos pies a la gehenna.
Pues es mejor para ti entrar con un solo ojo en el Reino de Dios que ser arrojado con los dos al infierno, donde su gusano no muere y el fuego no se apaga." ¿Qué significa cortarse la mano o el pie, o sacarse el ojo? Pues aquello que te impide ser justo con tu prójimo, debes arrancarlo de tí, aunque te duela tanto como si te cortaras el brazo o arrancaras el ojo.

3.¿Què respuesta le voy a dar hoy al Señor?
  • ¿Qué aspectos del pasaje amplían nuestra forma de comprender a Jesús?
  • ¿La fe es algo que sentimos y vivimos en privado o se expresa también como compromiso a los demás?
  • ¿Qué actitudes nos invita a adoptar el Evangelio de hoy?



Fuente: Varios Autores


Sìntesis: Jorge Mogrovejo M.

domingo, 23 de septiembre de 2018

Comentario al Evangelio del XXV Domingo de Tiempo Ordinario (23 de Septiembre del 2018)

Evangelio del XXV Domingo del Tiempo Ordinario
23 de Septiembre del 2018
Evangelio Segùn San Mc 9, 30-37
Se marcharon de allí y se desplazaban por Galilea. Jesús quería que nadie lo supiera, porque iba enseñando a sus discípulos. Y les decía: "El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo harán morir, pero tres días después de su muerte resucitará."
De todos modos los discípulos no entendían lo que les hablaba, y tenían miedo de preguntarle qué quería decir.
Llegaron a Cafarnaún, y una vez en casa, Jesús les preguntó: "¿De qué venían discutiendo por el camino?" Ellos se quedaron callados, pues habían discutido entre sí sobre quién era el más importante de todos. 
Entonces se sentó, llamó a los Doce y les dijo: "Si alguno quiere ser el primero, que se haga el último y el servidor de todos." Después tomó a un niño, lo puso en medio de ellos, lo abrazó y les dijo:

"El que recibe a un niño como éste en mi nombre, me recibe a mí; y el que me recibe, no me recibe a mí, sino al que me ha enviado."


1.¿Què nos quiere decir Marcos en este Evangelio?
El evangelio de hoy contiene dos partes o subsecciones: 9,30-32 y 9,33-37. Si bien tienen cierta autonomía literaria, importa no descuidar la relación entre ambas.


La primera parte nos presenta otra vez a Jesús en camino, recorriendo la Galilea con sus discípulos. Y por el camino les hace el segundo anuncio de la pasión: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará" (9,31). Acto seguido, se describe la reacción de los discípulos: no entienden y tienen miedo de preguntar.

Según J. Gnilka este miedo a hacerle preguntas "pretende caracterizar su temor al sufrimiento. A pesar de que parece moverles un temor sagrado (cf. 4,41), ellos preferirían no haber escuchado la palabra". De manera semejante opina M. Navarro Puerto, biblista y psicóloga: "Si ellos temen preguntar a Jesús es porque posiblemente temen conocer más, quizás angustiarse más, de forma que la inhibición aparece como una defensa ante el dolor o el sufrimiento que conlleva una mayor y más clara información".

Por lo que sigue parece que Jesús ya sabía el tema de discusión, pues aunque aquí no se explicite, el evangelista ya había notado la capacidad de Jesús de leer los pensamientos del corazón de los hombres (cf. Mc 2,8; 8,17). Por eso va derecho a la cuestión, y lo hace tomando la postura propia de un maestro: se sienta y llama a los Doce para que lo escuchen. Su enseñanza es: "Si uno quiere ser el primero, sea el último de todos y el servidor de todos".

No es evidente en el texto si esta primacía que buscan los discípulos es una cuestión de poder o de honor. Posiblemente vayan de la mano. El adjetivo ordinal prōtós tiene el sentido de "primero" en un orden; y referido a personas en Mc 6,21 se aplica a los "principales" de Galilea como a las personas más importantes. Lo opuesto sería ser el último, como aparece en la repetida frase del evangelio: "Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros" (Mc 10,31).

En síntesis, podemos suponer que la discusión de los discípulos versaba sobre quién era el más importante entre ellos con el consiguiente privilegio de poder y honor sobre los demás que conlleva el ser atendido o servido. En su enseñanza Jesús asume, en cierto modo, la validez de este deseo tan profundamente humano de ser más ("si uno quiere"); pero lo orienta o canaliza hacia la entrega a los demás. Vale decir que es más importante, grande o primero, no el que recibe los honores o es servido por su condición; sino el que sirve, el que se entrega a los demás.

A continuación Jesús completa esta solemne declaración con un gesto: toma un niño, lo pone en el medio y lo abraza. Este gesto nos impresiona a nosotros hoy por su ternura. Pero importa notar, como nos informa J. Gnilka, que la valoración de los niños en aquella época era más bien neutra o negativa, por cuanto se los veía como inacabados, faltos de prudencia, propensos al mal y necesitados de severa corrección por parte de Dios y de los hombres (cf. Is 3,4; Sap 12,24; 15,14; 2Re 2,23; Eclo 30,1-13). De modo semejante F. Lentzen-deis dice que: “en esa época, los «niños» no eran sujetos de derechos, no podían prescindir de la ayuda, protección y guía de los padres y mayores. Jesús tomó a este niño del margen de la comunidad familiar de la casa, de los «últimos» en rango e importancia según la costumbre de la época”6. Entonces, el sentido del gesto de Jesús es que abraza y se identifica con el que no vale ni cuenta ante los ojos de los demás porque no tiene poder. 

Las palabras de Jesús que siguen confirman este sentido del signo: Jesús se identifica con los niños y, quien recibe a un niño "en su nombre", lo recibe a Él mismo y al Padre que lo ha enviado. De este modo les grafica a los Doce que hay que abrazar, identificarse con lo pequeño, con lo que no vale y dedicarse al servicio de los menos considerados de la comunidad. Quien hace esto será el primero y el más grande. 

Es claro que Jesús tiene un concepto de la grandeza y de la primacía muy distinto al que tiene el mundo. Sobre el impacto de estos valores en la realidad del tiempo de Jesús dice 

B. Malina: “La inversión que hace Jesús del orden de preferencia que se podía esperar socialmente supone un reto radical a las ideas que se cultivaban en su sociedad sobre los valores. Los niños eran los miembros más vulnerables de la sociedad”.

El resumen de J. Gnilka sobre esta perícopa es clarísimo: "Hay que ocuparse de los despreciados. En vez de buscar egoístamente el provecho personal, el discípulo debe olvidarse de sí mismo y ayudar a los que carecen de privilegios, y no desde arriba, sino – como hizo Jesús – estrechando con amor al niño entre sus brazos".

2.¿Què mensaje nos trae este pasaje y què compromiso nos pide hoy, el Señor?
Tanto el Evangelio como la Carta de Santiago nos descubren hoy cual es la raiz de la violencia entre las gentes, Santiago ha dicho que donde hay envidia y ambiciòn, allì reina el desorden y toda clase de malda, y que es precisamente de estas pasiones de donde proceden los conflictos, las luchas, las guerras y las matanzas.

El Señor en este Evanglio se sentó, llamó a los Doce, y les dijo: "Si uno quiere ser el primero en, sea el ùltimo de todos y el servidor de todos". El señor cortó por lo sano y les planteó seramiente que lo que El venía a establecer en la tierra era una sociedad totalmente nueva, diferente de aquella en que vivimos. Porque nuestra sociedad, aquí y en el mundo entero, tiene unos valores, una lógica y unos mecnaismos que llevan necesariamente a la violencia. Los valores de la sociedad son los valores del poder de unos sobre otros, del dinero, del placer, del èxito social. Estos valores son en realidad unos ídolos, y por alcanzar esos ídolos de las gentes se crean conflictos interminables, violencias sin fin, se atance y se matan.

No falta quien se admire de esto que nos mando el Evangelio y diga que esto es una utopía. Bueno, la verdad es que tal cual va la evlución de la humanidad cada día se nos exige más cambio de mentalidad, más cambio de valores, porque de lo contrario la violencia crecerá. El Evanglio, como ven, es un reto para todos nosotros, pues el cambio que hay que operar tiene que llegar hasta el seno de los mismos hogares.

Porque en efecto, las relaciones entre esposo y espa, entre padres e hijos tiene que cambiar. Muchos esposos piensan que conseguir esposa es conseguir una sirvienta o  conseguir un esposo es conseguir un sirviente. O hay padres que creen que tener hijos es tener siervos. Pero cuando una persona està con estas pretenciones origina, hoy màs que nunca, el rechazo violento. Es importante a la luz de este Evangelio que consideremos si gran parte de los conflictos que estamos viviendo en los matrimonios no se deben a que las relaciones establecidas entre los dos son de dominio y no de servicio y ayuda mutua.

El Señor, al danos un mandato en el Evangelio, nos da una solución para encontrar la paz, la paz que ansiosamente buscamos en los matrimonios, en los hogares, en las empresas y en toda la sociedad en general.

3.¿Què respuesta le voy a dar hoy al Señor?
  • En mi vida de fe ¿porquè caminos busco el rosto de Jesùs?
  • ¿Desde què perpectivas contemplo a Dios en mi vida? ¿Tengo miedo a preguntarle cuando no comprendo?
  • ¿Conduzco mi vida de modo calculador, precavido, realista, conformo a los cànones que la sociedad impone o, por el contrario, me muevo por las caminos del Evangelio?


Fuente: Varios Autores
Sìntesis: Jorge Mogrovejo M.

domingo, 16 de septiembre de 2018

Comentario al Evangelio del XXIV Domingo de Tiempo Ordinario (16 de Septiembre del 2018)

XXIV Domingo de Tiempo Ordinario
16 de Septiembre 2018
Evangelio según San Marcos 8, 27-35

Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de Filipo, y por el camino les preguntó: "¿Quién dice la gente que soy yo?"
Ellos contestaron: "Algunos dicen que eres Juan Bautista, otros que Elías o alguno de los profetas."
Entonces Jesús les preguntó: "Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?" Pedro le contestó: "Tú eres el Mesías."
Pero Jesús les dijo con firmeza que no conversaran sobre él.
Luego comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los notables, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, que sería condenado a muerte y resucitaría a los tres días.
Jesús hablaba de esto con mucha seguridad.
Pedro, pues, lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo. 
Pero Jesús, dándose la vuelta, vio muy cerca a sus discípulos. Entonces reprendió a Pedro y le dijo: "¡Pasa detrás de mí, Satanás! Tus ambiciones no son las de Dios, sino de los hombres."
Luego Jesús llamó a sus discípulos y a toda la gente y les dijo: "El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga."
Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, y el que sacrifique su vida (por mí y) por el Evangelio, la salvará.

1.- ¿Qué nos quiere decir Marcos, en Este Evangelio?

Los primeros versículos (8,27-30) son la conclusión de la primera parte del evangelio de Marcos (1,1-8,30) que narra la actividad de Jesús en Galilea y termina justamente con la confesión de Pedro quien, en nombre de los doce, reconoce a Jesús como el Mesías, título que Marcos había colocado al inicio de su evangelio (cf. Mc 1,1). Los restantes versículos (8,31-35) abren la segunda parte del evangelio que narra el viaje de Jesús a Jerusalén.

Al inicio el texto ubica a Jesús y sus discípulos caminando por los pueblos de alrededor de la ciudad de Cesarea de Filipo. La misma está ubicada en el extremo norte del Israel bíblico y será el punto de partida del camino de Jesús hacia Jerusalén acompañado por sus discípulos.

Por el camino Jesús sorprende a sus discípulos con la pregunta: "¿Quién dicen los hombres que soy yo?". Importa notar que esta pregunta tiene lugar al final de la actuación de Jesús en Galilea (predicación, enseñanza, curaciones, exorcismos) y, en cierto modo, busca expresar la recepción que ha tenido la misma entre la gente, respuesta que recoge la opinión de la gente ya expresada en Mc 6,14- 15: Jesús es Juan Bautista resucitado; Elías o alguno de los profetas, si bien reconocen en Jesús una dimensión profética, no han llegan todavía a descubrir su carácter mesiánico.

Sigue inmediatamente la misma pregunta sobre la identidad de Jesús pero dirigida ahora a todos sus discípulos. Quien contesta es Pedro, poniendo de relieve su lugar preeminente dentro del grupo de los discípulos. La respuesta de Pedro tiene el estilo de una confesión de fe (“tú eres el Cristo”) e implica el reconocimiento de Jesús como el ungido y enviado de Dios para inaugurar el tiempo de salvación.

En esta sección del evangelio, nos muestra que los discípulos, representados por Pedro, dan muestras de haber entendido algo importante y en esto se distinguen del resto de la gente, de los de afuera. Esta confesión tiene el valor de la aprobación de un ciclo lectivo, de haber alcanzado satisfactoriamente una etapa prevista. Pero hay que pasar a la siguiente, la del camino hacia Jerusalén.

Luego de la confesión de Fe de Pedro, Jesús inaugura una etapa nueva de su ministerio realizando el primer anuncio de su pasión. Este anuncio viene introducido en griego por la partícula dei (dei/) que se traduce por "debía", o mejor, "es necesario" (como en Lc 24,7.44) y que sirve para expresar la ineludibilidad de la pasión y muerte de Jesús decretada por Dios.

Después de este anuncio de la pasión Pedro lleva aparte a Jesús "y lo reprende".

Por su parte, la reacción de Jesús es inmediata y la frase muy fuerte pues lo llama “Satanás” y le manda volver a ubicarse detrás de Él. En efecto, tal sería el sentido exacto de la expresión: "vete detrás de mí" (u[page ovpi,sw mou), que nos recuerda la invitación al seguimiento que Jesús ya le había hecho a Pedro y Andrés en Mc 1,17: "venid detrás de mí" (deu/te ovpi,sw mou). Las palabras de Jesús "tus pensamientos no son los de Dios sino los de los hombres" (fronei/j … avnqrw,pwn), quieren decir que Pedro piensa, siente y habla como hombre, no según Dios.

La novedad cristológica de esta segunda parte del Evangelio es que Jesús se presenta como un Mesías sufriente, es decir que llevará a cabo su misión a través de la humillación, del sufrimiento y de la muerte. Esto explica el triple anuncio de su pasión a los discípulos, que ellos no entienden. La pasión indica un fracaso real aunque no definitivo: por parte de su propio pueblo Israel.

A esta nueva revelación de la identidad de Cristo le sigue en 8,34-38 una segunda llamada de Jesús al seguimiento que aporta novedades esenciales. En primer lugar incluye a los discípulos y a la multitud, por tanto es abierta a todos los que quieran seguirlo. En segundo término es una llamada a la renuncia a sí mismos como expresión de la aceptación del camino de la cruz. La expresión “renunciar a sí mismo” (avparnhsa,sqw e`auto,n) tiene en el griego el sentido de «no reconocer», «considerar como extranjero», «no tener nada que ver con alguien», «desaprobar». Así lo utiliza Marcos para referirse a las “negaciones” de Pedro (cf. Mc 14,30.31.72). Por tanto indica un olvidarse de sí mismo, no mirar por sí mismo ni por sus propios intereses a la hora de decidir, sino por los de Jesús como exclusivos.

Notemos también que con respecto a la cruz se utiliza el verbo ai;rw que significa “levantar”. Es decir, no se trata de buscar sino de levantar y llevar la “propia” cruz, la que cada uno ya tiene y está allí presente.

Vale decir que en un primer momento lo propio del discípulo es estar con Jesús y predicar a Jesús. A esto hay que sumarle ahora el dejarse a sí mismo y estar dispuesto a sufrir y morir por Jesús. También queda más en claro en este segundo llamado la opción libre del discípulo pues Jesús no les dirige en primer término el imperativo "sígueme", sino una oración en condicional: "Si alguno quiere seguir detrás de mí…" (8,34) que termina, ahora sí, con el "sígame". Este cambio de orden sugiere también que la renuncia está en función del seguimiento, es condición para el mismo. Además, la invitación a la renuncia/seguimiento está motivada por las consecuencias de la opción que se tome: salvación o perdición. Se trata, por tanto, de una decisión vital.´

2.- ¿Qué mensaje nos trae este pasaje y qué copromiso me pide, hoy el Señor?
En el Evangelio de hoy, el Señor nos presenta unada de las realidades cristianas màs incomprensibles y difìciles de aceptar para todo ser humano: "El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga".
Esto se complica cuando oìmos que el Señor "Entonces reprendió a Pedro y le dijo: "¡Pasa detrás de mí, Satanás! Tus ambiciones no son las de Dios, sino de los hombres."

¿Què significa tomar la cruz y negarse asì mismo? ¿Esto es posible? Y, ¿qué quiere decir que una persona tiene los pensamientos de los hombres y no los pensamientos de Dios?. Todo esto lo podemos entender si consdieramos la situacion del hombre y la miseria, sufrimiento, muerte, injusticia, pobreza, mentira, violencia, que reina en el mundo y pensamos en las situaciones que se buscan. Sin embargo, en el corazón humano hay una anhelo insaciable de felicidad. El fracaso y caída de las ideologías, con el marximo a la cabeza,que prometían un paraíso terrenal, han llenado a las gentes de una terrible desilución. 
¡Què deprimente resulta el espectàculo del comunismo en Cuba! En los años 60 y 70, el mundo se llenò de utopías y la juventud se embriagò en sueños de revoluciòn que le prometían el paraíso donde se encontraría la felicidad en contacto directo con la naturaleza o en la construcción acelerada de una sociedad realmente justa. 

El comunismo resoultó una mentira y los sueños de la juventud hippie fueron una enajenación más. Por eso, al mndo lo embarga hoy un profundo abatimiento, una angustia indefinible, un terrible estrés, un vacío que hace la vida, sin sentido. 

El ser humano quiere de todas formas librerarse de la miseria que lo prime, tanto del mal fìsico como del moral, buscando soluciòn en los ìdolos: del poder, de la riqueza, del placer, de la fama, del èxito. El hombre cree ser dueño de su futuro, de su vida, de su destino, pero es una mentira creer que van a encontra la felicidad mediante estos ìdolos, que son mentira. 

El comunismo creyó que podía construir una sociedad justa sin Dios, y contra Dios, se equivocó rotundamente. Es en Èl y solamente en Èl y con Èl que el hombre podrà afrontar y superar sus miserias. Y esto es precisamente lo que nos quiere decir Jesùs al señalar que debemos tomar su cruz. ¿Què quiere decir tomar la cruz? Pues afrontar las miserias, no eludirlas, no mentirnos sobre ellas, no engañarnos. Toda miseria y todo sufrimiento humano se convierte en cruz salvadora cuando es afrontado con fe y en el seguimiento de Cristo.

Los discipulos creyeron que el Cristo salvador deberia ser un personaje segun los criterios de riqueza, poder, influjo, èxito. Pero Jesùs los sacò del engaño cuando les dijo que debìa sufrir mucho y ser reprochado por los ancianos, sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar a los 3 dìas. 

Pero ¿porquè tenía que someterse a ese sufrimiento y a esa cruz infame? Pues porque la miseria del mundo y del ser humano no se remienda mintiendo sobre ella o refugiàndose en un ilusorio paraìso artificial, creando vanas esperanzas o engañàndose con mentirosos `diolos, sino afrontàndola y asumièndola en la fe para transformarla. 

3.- ¿Què respuesta le voy a dar, hoy, al Señor?

  • ¿Quién es Jesús para mí?
  • ¿Hasta dónde estoy dispuesto a seguirlo? 
  • Es decir, ¿estoy dispuesto a renunciar a mí mismo y cargar mi cruz para seguirlo? 



Fuente: Varios Autores
Sìntesis: Jorge Mogrovejo M.

domingo, 9 de septiembre de 2018

Comentario al Evangelio del XXIII Domingo de Tiempo Ordinario (9 de Septiembre del 2018)

XXIII Domingo de Tiempo Ordinario
9 de Septiembre del 2018
Evangelio según San Marcos 7,31-37

Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la Decápolis. Le presentan un sordo que, además, hablaba con dificultad, y le ruegan imponga la mano sobre él.
El, apartándole de la gente, a solas, le metió sus dedos en los oídos y con su saliva le tocó la lengua.
Y, levantando los ojos al cielo, dio un gemido, y le dijo: «Effatá», que quiere decir: «¡Abrete!»
Se abrieron sus oídos y, al instante, se soltó la atadura de su lengua y hablaba correctamente.
Jesús les mandó que a nadie se lo contaran. Pero cuanto más se lo prohibía, tanto más ellos lo publicaban.
Y se maravillaban sobremanera y decían «Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

1. ¿Qué nos quiere decir Marcos en este pasaje de su Evangelio?

 La interpretación simbólica del milagro se ha impuesto en la exégesis del mismo; y con fundamento. En efecto, ya la profecía de Is 35,5 se refería principalmente a la sordera espiritual de Israel, es decir, a su cerrazón de corazón a la Palabra de Dios. Por ello el profeta anuncia que en un tiempo futuro Dios mismo abrirá los oídos del pueblo a su Palabra.  A su vez tenemos que recordar la estrecha vinculación entre el escuchar y el creer, fundamental para la tradición judeo-cristiana, como bien lo sintetiza San Pablo: "la fe viene de la audición" (Rom 10,17).   

Por tanto, teniendo en cuenta todo esto más la referencia geográfica a las regiones paganas, el sentido del milagro es la apertura a la fe, la gracia de poder creer en Jesús; y habiendo creído, proclamarlo, anunciarlo.  Al mismo tiempo podemos ver en esta curación una referencia a un mal profundo y muy difundido hoy: la incomunicación entre las personas. La enfermedad de la sordera y la tartamudez siempre han tenido, pero más aún en aquella época, serias consecuencias sociales, en particular el aislamiento fruto de la incapacidad de comunicarse. El evangelio lo denota en la pasividad del enfermo quien es conducido como si fuera un paralítico. Por tanto, la curación obrada por Jesús, al darle la posibilidad de creer, lo libera del "aislamiento del yo" que lo tenía en cierto modo prisionero y que le impedía comunicarse (de hecho el texto griego habla de soltar o liberar una cadena de la lengua). Al respecto decía el Papa Benedicto XVI: “esta pequeña palabra "effatá-ábrete", resume en sí misma toda la misión de Cristo. Él se hizo hombre para que el hombre, que se ha vuelto interiormente sordo y mudo por el pecado, fuese capaz de escuchar la voz de Dios, la voz del Amor que le habla a su corazón, y así se aprende a hablar a la vez, el lenguaje del amor, a comunicarse con Dios y con los demás. Por esta razón, la palabra y el gesto del "Effatá" han sido incluidas en el Rito del Bautismo, como uno de los signos que explican el significado: el sacerdote tocando la boca y las orejas del recién bautizado, dice: "Effatá", orando para que pronto pueda escuchar la Palabra de Dios y profesar la fe. Por el Bautismo, el hombre comienza, por así decirlo, a "respirar" el Espíritu Santo, a quien Jesús había invocado del Padre con esa respiración profunda, para curar al sordomudo”.  

Por su parte, decía el Papa Francisco en el ángelus del domingo 6 de septiembre de 2015: “Se evidencian dos gestos de Jesús. Él toca las orejas y la lengua del sordomudo. Para restablecer la relación con ese hombre «bloqueado» en la comunicación, busca primero restablecer el contacto. Pero el milagro es un don que viene de lo alto, que Jesús implora al Padre; por eso, eleva los ojos al cielo y ordena: «¡Ábrete!». Y los oídos del sordo se abren, se desata el nudo de su lengua y comienza a hablar correctamente (cf. v. 35). La enseñanza que sacamos de este episodio es que Dios no está cerrado en sí mismo, sino que se abre y se pone en comunicación con la humanidad. En su inmensa misericordia, supera el abismo de la infinita diferencia entre Él y nosotros, y sale a nuestro encuentro. Para realizar esta comunicación con el hombre, Dios se hace hombre: no le basta hablarnos a través de la ley y de los profetas, sino que se hace presente en la persona de su Hijo, la Palabra hecha carne. Jesús es el gran «constructor de puentes» que construye en sí mismo el gran puente de la comunión plena con el Padre. Pero este Evangelio nos habla también de nosotros: a menudo nosotros estamos replegados y encerrados en nosotros mismos, y creamos muchas islas inaccesibles e inhóspitas. Incluso las relaciones humanas más elementales a veces crean realidades incapaces de apertura recíproca: la pareja cerrada, la familia cerrada, el grupo cerrado, la parroquia cerrada, la patria cerrada… Y esto no es de Dios. Esto es nuestro, es nuestro pecado”.                                                  

El Cardenal Martini ha escrito en su tiempo una carta pastoral sobre el tema de la comunicación y ha tomado como texto base el evangelio de este domingo. Justamente refiriéndose al sordomudo dice: "En este hombre que no sabe comunicarse y es lanzado por Jesús en el vórtice gozoso de una comunicación auténtica, podemos leer la parábola de nuestra difícil comunicación interpersonal, eclesial, social". Más adelante se pregunta por la raíz profunda de la incomunicación que nos lleva a ser una sociedad con una muchedumbre de soledades; y su respuesta es que en el fondo "se esconde una codicia y una concupiscencia de poseer al otro, como si fuera una cosa en nuestras manos para armar y desarmar a nuestro antojo, lo cual deja ver el ansia oscura de dominio". Ante esta realidad, la propuesta del Cardenal Martini es escuchar y contemplar a Dios, quien al comunicarse, nos hace capaces de comunicarnos. Sus palabras, entre muchas, son: "No hay nada que cure tanto el corazón como la contemplación de la comunicación divina en sus diversas formas […] Es Dios mismo quien viene a nuestro encuentro: él es comunicación, es capaz de sanar nuestros fracasos de comunicación y de llenarnos de la gracia de un flujo relacional sano y constructivo […] Toda la Biblia puede leerse, pues, como la historia del diálogo entre Dios y los hombres y de los hombres entre sí […] La escucha creyente de la Palabra de Dios libera y unifica. Une también entre sí a aquellos que escuchan la misma Palabra, produciendo experiencias de auténtica comunicación"

En fin, el evangelio de este domingo, con la curación de un sordo mudo, nos ofrece la posibilidad de meditar sobre un tema tan vital como es el de la comunicación, tanto entre nosotros como con Dios. Se nos invita a tomar conciencia de que Dios ha roto el silencio y se ha comunicado con nosotros. Ser creyente, tener fe, es primeramente aceptar que Dios nos ha hablado y nos sigue hablando; que Dios ha tomado la iniciativa de comunicarse con nosotros para iniciar un diálogo de amistad. Porque nos hacemos amigos de alguien escuchando y hablando, compartiendo la vida. Y Jesús busca esto con nosotros cuando nos habla a través de los evangelios y de la vida. Pero puede sucedernos lo mismo que le pasó al pueblo de Israel a lo largo de muchos momentos de su historia: se comportó como un pueblo sordo, no escuchó la voz del Señor.   Entonces Jesús, además de hablarnos, tiene primero que curarnos de nuestra sordera, sacarnos de nuestro aislamiento egoísta que nos incomunica con Dios y con los demás. Esta fue la experiencia de San Agustín al convertirse, y nos la cuenta en sus Confesiones, donde le dice a Dios: “¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! y tú estabas dentro de mí y yo afuera, y así por de fuera te buscaba; y, deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas que tú creaste. Tú estabas conmigo y yo no estaba contigo. Me retenían lejos de Ti todas las cosas, aunque, si no estuviesen en Ti, nada serían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera. Brillaste y resplandeciste y pusiste en fuga mi ceguera. Exhalaste tu perfume y respiré y suspiro por Ti. Gusté de Ti y siento hambre y sed. Me tocaste y me abraso en tu paz.”  Y no menos grave es la incomunicación que vivimos entre nosotros; pues aunque estamos en la era de los medios de comunicación con celulares, Whatsapp, Twitter, Instagram; sin embargo no vivimos una comunicación profunda y sincera con los demás. Por ello necesitamos que el Señor abra nuestros oídos; pero sobre todo nuestro corazón para una comunicación transparente con Dios y con nuestros hermanos. 

2. ¿Qué mensaje nos trae este pasaje y qué compromiso nos pide, hoy el Señor?
Los profetas de Israel usaban con frecuencia la «sordera» como una metáfora provocativa para hablar de la cerrazón y la resistencia del pueblo a su Dios. Israel «tiene oídos, pero no oye» lo que Dios le está diciendo. Por eso, un profeta llama a todos a la conversión con estas palabras: «Sordos, escuchad y oíd” En este marco, las curaciones de sordos narradas por los evangelistas pueden ser leídas como «relatos de conversión» que nos invitan a dejarnos curar por Jesús de sorderas y resistencias que nos impiden escuchar su llamada al seguimiento. En concreto, Marcos ofrece en su relato matices muy sugerentes para trabajar esta conversión en las comunidades cristianas. El sordo vive ajeno a todos. No parece ser consciente de su estado. No hace nada por acercarse a quien lo puede curar. Por suerte para él, unos amigos se interesan por él y lo llevan hasta Jesús. Así ha de ser la comunidad cristiana: un grupo de hermanos y hermanas que se ayudan mutuamente para vivir en torno a Jesús dejándose curar por él. 

La curación de la sordera no es fácil. Jesús toma consigo al enfermo, se retira aparte y se concentra en él. Es necesario el recogimiento y la relación personal. Necesitamos en nuestros grupos cristianos un clima que permita un contacto más personal y vital de los creyentes con Jesús. La fe en Jesucristo nace y crece en esa relación con él. Jesús trabaja intensamente los oídos y la lengua del enfermo, pero no basta. Es necesario que el sordo colabore. Por eso, Jesús, después de levantar los ojos al cielo, buscando que el Padre se asocie a su trabajo curador, le grita al enfermo la primera palabra que ha de escuchar quien vive sordo a Jesús ya su evangelio: «Ábrete». Es urgente que los cristianos escuchemos también hoy esta llamada de Jesús. No son momentos fáciles para su Iglesia. Se nos pide actuar con lucidez y responsabilidad. Sería funesto vivir hoy sordos a su llamada: desoír sus palabras de vida, no escuchar su Buena Noticia, no captar los signos de los tiempos, vivir encerrados en nuestra sordera. La fuerza sanadora de Jesús nos puede curar. 

Estos relatos son una invitación a dejarse trabajar por Jesús para abrir bien los ojos y los oídos a su persona y su palabra. Unos discípulos «sordos» a su mensaje serán como «tartamudos» al anunciar el evangelio. Vivir dentro de la Iglesia con mentalidad «abierta» o «cerrada» puede ser una cuestión de actitud mental o de posición práctica, fruto casi siempre de la propia estructura psicológica o de la formación recibida. Pero, cuando se trata de «abrirse» o «cerrarse» al Evangelio, el asunto es de importancia decisiva. Si vivimos sordos al mensaje de Jesús, si no entendemos su proyecto, si no captamos su amor a los que sufren, nos encerraremos en nuestros problemas y no escucharemos los de la gente. Pero entonces no sabremos anunciar la Buena Noticia de Jesús. Deformaremos su mensaje. A muchos se les hará difícil entender nuestro «evangelio». 

¿No necesitamos abrirnos a Jesús para dejarnos curar de nuestra sordera? NO CERRARNOS AL MISTERIO DE LA VIDA A. Camus ha descrito como pocos el vacío de la vida monótona de cada día. Escribe así en El mito de Sísifo: «Resulta que todos los decorados se vienen abajo. Levantarse, tranvía, cuatro horas de oficina o de taller, comida, tranvía, cuatro horas de trabajo, descanso, dormir, y el lunes-martes-miércoles-jueves-viernes-sábado, siempre el mismo ritmo, siguiendo el mismo camino de siempre. Un día surge el "porqué" y todo vuelve a comenzar en medio de ese cansancio teñido de admiración». No es difícil sintonizar con los sentimientos del escritor francés. A veces es la vida monótona de cada día la que nos plantea en toda su crudeza los interrogantes más hondos de nuestro ser: «Todo esto, ¿para qué? ¿Por qué vivo? ¿Vale la pena vivir así? ¿Tiene sentido esta vida?». 

El riesgo es siempre la huida. Encerrarnos en la ocupación de cada día sin más. Vivir sin interioridad. Caminar sin brújula. No reflexionar. Perder incluso el deseo de vivir con más hondura. No es tan difícil vivir así. Basta hacer lo que hacen casi todos. Seguir la corriente. Vivir de manera mecánica. Sustituir las exigencias más radicales del corazón por toda clase de «necesidades» superfluas. No escuchar ninguna otra voz. Permanecer sordos a cualquier llamada profunda. El relato de la curación del sordomudo es una llamada a la apertura y la comunicación. Aquel hombre sordo y mudo, encerrado en sí mismo, incapaz de salir de su aislamiento, ha de dejar que Jesús trabaje sus oídos y su lengua. La palabra de Jesús resuena también hoy como un imperativo para cada uno: «¡Ábrete!». Cuando no escucha los anhelos más humanos de su corazón, cuando no se abre al amor, cuando, en definitiva, se cierra al Misterio último que los creyentes llamamos «Dios», la persona se separa de la vida, se cierra a la gracia y ciega las fuentes que le podrían hacer vivir. 

SALIR DEL AISLAMIENTO 
La soledad se ha convertido en una de las plagas más graves de nuestra sociedad. Los hombres construyen puentes y autopistas para comunicarse con más rapidez. Lanzan satélites para transmitir toda clase de ondas entre los continentes. Se desarrolla la telefonía móvil y la comunicación por Internet. Pero muchas personas están cada vez más solas. El contacto humano se ha enfriado en muchos ámbitos de nuestra sociedad. La gente no se siente apenas responsable de los demás. Cada uno vive encerrado en su mundo. No es fácil el regalo de la verdadera amistad. Hay quienes han perdido la capacidad de llegar a un encuentro cálido, cordial, sincero. No son ya capaces de acoger y amar sinceramente a nadie, y no se sienten comprendidos ni amados por nadie. Se relacionan cada día con mucha gente, pero en realidad no se encuentran con nadie. Viven con el corazón bloqueado. su enfermedad, Jesús le pide su colaboración: «Ábrete». ¿No es esta la invitación que hemos de escuchar también hoy para rescatar nuestro corazón del aislamiento? Sin duda, las causas de esta falta de comunicación son muy diversas, pero, con frecuencia, tienen su raíz en nuestro pecado. Cuando actuamos egoístamente nos alejamos de los demás, nos separamos de la vida y nos encerramos en nosotros mismos. Queriendo defender nuestra propia libertad e independencia caemos en el riesgo de vivir cada vez más solos. Sin duda es bueno aprender nuevas técnicas de comunicación, pero hemos de aprender, antes que nada, a abrirnos a la amistad y al amor verdadero. El egoísmo, la desconfianza y la insolidaridad son también hoy lo que más nos separa y aísla a unos de otros. Por ello, la conversión al amor es camino indispensable para escapar de la soledad. El que se abre al amor al Padre y a los hermanos no está solo. Vive de manera solidaria. 

Hay muchas clases de soledad. Algunos viven forzosamente solos. Otros buscan la soledad porque desean «independencia» y no quieren estar «atados» por nada ni por nadie. Otros se sienten marginados, no tienen a quién confiar su vida, nadie espera nada de ellos. Algunos viven en compañía de muchas personas, pero se sienten solos e incomprendidos. Otros viven metidos en mil actividades, sin tiempo para experimentar la soledad en que se encuentran. Pero la soledad más profunda se da cuando falta la comunicación: cuando la persona no acierta ya a comunicarse; cuando a una familia no le une casi nada; cuando las personas solo se hablan superficialmente; cuando el individuo se aísla y rehúye todo encuentro verdadero con los demás. La falta de comunicación puede deberse a muchas causas. Pero hay sobre todo una actitud que impide de raíz toda comunicación, pues hunde a la persona en el aislamiento. Es el temor a confiar en los demás, el retraimiento, el irse distanciando poco a poco de los demás para encerrarse dentro de uno mismo. Este retraimiento impide crecer. La persona «se aparta» de la vida. Vive como «encogida». No toma parte en la vida porque se niega a la comunicación. Su ser queda como congelado, sin expansionarse, sin desarrollar sus verdaderas posibilidades. La persona retraída no puede profundizar en la vida, no puede tampoco saborearla. No conoce el gozo del encuentro ni el disfrute compartido. Intenta «hacer su vida», una vida que ni es suya ni es vida. Cuanto más fomenta la soledad, la persona se va aislando en niveles cada vez más profundos, incapacitándose interiormente para todo encuentro. Llega un momento en que no acierta a comunicarse consigo misma ni con Dios. No tiene acceso a su mundo interior, ni sabe abrirse confiadamente al amor. Su vida se puebla de fantasmas y problemas irreales. La fe cristiana está siempre llamada a la comunicación y la apertura. El retraimiento y la incomunicación impiden su crecimiento. Es significativa la insistencia de los evangelios en destacar la actividad sanadora de Jesús, que hacía «oír a los sordos y hablar a los mudos», abriendo a las personas a la comunicación fraterna y a la confianza en el Padre de todos. El primer paso que hemos de dar para reavivar nuestra vida y despertar nuestra fe es abrimos con más confianza a Dios y a los demás. Escuchar interiormente las palabras de Jesús al sordomudo: Effetá, es decir, «Ábrete». 

3. ¿Qué respuesta le voy a dar hoy al Señor?

  • Los gestos y palabras con los que Jesús cura al sordomudo ¿cómo te ayudan a profundizar en el misterio de su persona? ¿Qué rostro de Dios nos revelan?
  • Jesús se hace portador de la salvación de Dios en un territorio pagano, y por lo tanto, marginado social y religiosamente ¿Qué te sugiere este modo de actuar para tu compromiso Evangelizador?
  • ¿Qué esperanzas despierta este Evangelio en mi vida?
  • ¿Cómo puedo ser sembrador de esta esperanza en ambientes en los que nunca han oído hablar del Evangelio de Jesús?


Fuente: Varios Autores
Síntesis: Jorge Mogrovejo M.

domingo, 2 de septiembre de 2018

Comentario al Evangelio del XXII Domingo de Tiempo Ordinario (2 de Septiembre del 2018)

Domingo XXII de Tiempo Ordinario
Evangelio segun San Mc 7,1-8.14-15.21-23

Los fariseos con algunos escribas llegados de Jerusalén se acercaron a Jesús, y vieron que algunos de sus discípulos comían con las manos impuras, es decir, sin lavar.

Los fariseos, en efecto, y los judíos en general, no comen sin lavarse antes cudadosamente las manos, siguiendo la tradición de sus antepasados; y al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones. Además, hay muchas otras prácticas, a las que están aferrados por tradición, como el lavado de los vasos, de las jarras y de la vajilla de bronce.
Entonces los fariseos y los escribas preguntaron a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?».
Él les respondió: «¡Hipócritas! Bien profetizó de ustedes Isaías, en el pasaje de la Escritura que dice:  Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí.
En vano me rinde culto: las doctrinas que enseñan no son sino preceptos humanos.
Ustedes dejan de lado el mandamiento de Dios, por seguir la tradición de los hombres».
Y Jesús, llamando otra vez a la gente, les dijo: «Escúchenme todos y entiéndanlo bien. Ninguna cosa externa que entra en el hombre puede mancharlo; lo que lo hace impuro es aquello que sale del hombre.
Porque es del interior, del corazón de los hombres, de donde provienen las malas intenciones, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, la avaricia, la maldad, los engaños, las deshonestidades, la envidia, la difamación, el orgullo, el desatino. Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre».

1. ¿Qué nos quiere decir Marcos en este Evangelio?

Esta sección de Mc 7,1-23 (y que la liturgia nos la ofrece entrecortada pues no se leen los vv. 9-13 y 16-20) está centrada en el tema de lo “impuro”. En efecto, el tema es introducido por la pregunta de los fariseos y escribas: "¿Por qué tus discípulos…comen con las manos impuras"? Entonces Jesús toma postura ante la cuestión y enseña cuál es la verdadera impureza, lo que constituye el punto central de toda la perícopa. La sección concluye con el v. 23 que señala una vez más el tema de la impureza. 

El texto comienza sin darnos una indicación geográfica, por lo cual podemos presuponer que Jesús sigue en Genesaret dónde estaba en la escena anterior (cf. Mc 6,53). Allí se le acercan algunos fariseos y escribas venidos de Jerusalén, quienes notan que los discípulos comían el pan "con las manos impuras", es decir, sin lavar. A continuación el evangelista, según su oficio de narrador, brinda a sus lectores – no familiarizados con las costumbres judías – una serie de indicaciones y ejemplos para entender la narración. 

Por nuestra parte notamos dos cosas necesarias para la comprensión del texto. 

En primer lugar que la distinción entre fariseos y escribas que hace Marcos no es del todo exacta pues había escribas dentro del grupo de fariseos, como el mismo evangelista nota en 2,16. El nombre de "fariseo" deriva del hebreo perûsîm y significa "separados", apodo posiblemente puesto por otros dado su estricta observancia de las reglas de pureza legal que los llevaba a apartarse-separarse de quienes no seguían estrictamente la ley, especialmente de los publicanos, pecadores y extranjeros. Los fariseos eran rígidos observantes de las leyes y de las tradiciones como lavarse antes de las comidas (Mc 7,3), diezmos, ayuno de los lunes y los jueves (Lc 18,12), oraciones y ritos. Más aún, bregaban por imponer estas tradiciones o costumbres a todo el pueblo de Israel. 

Los fariseos, y en particular los escribas de este grupo, desde el comienzo del ministerio de Jesús tienen una actitud hostil hacia él y sus discípulos. Les cuestionan que coman con pecadores (2,16); que no ayunen (2,18); que arranquen las espigas en sábado (2,24). La oposición llegó a un punto tal que se confabularon con los herodianos para matar a Jesús (3,6). 

En segundo lugar notamos que el sentido de estos “usos y costumbres” de los fariseos y judíos en general va más allá de simples normas de higiene, como el lavarse las manos y los cubiertos antes de comer. Se trata de una cuestión religiosa-cultual, por ello se habla de impureza y no de suciedad. En efecto, Israel es un pueblo separado y consagrado a Dios, por ello todos los aspectos de su vida deben reflejar esta santidad o pureza (cf. Lv 19,2; 22,31-33). De aquí la necesidad de la distinción entre lo puro y lo impuro; de lo que puede ofrecerse a Dios (puro) y lo que no se puede ofrecer por estar manchado (impuro), sean personas, animales, comidas u objetos. Y además de los alimentos, también las personas y los utensilios para comer deben estar puros, o purificarse si han estado en contacto con los paganos. 

Después de estas aclaraciones (espero lo hayan sido), podremos entender mejor el cuestionamiento que hacen escribas y fariseos a Jesús por la conducta de sus discípulos: "¿Por qué tus discípulos no proceden de acuerdo con la tradición de nuestros antepasados, sino que comen con las manos impuras?" (Mc 7,5). 

La respuesta de Jesús tiene cierta dureza y va a tono con el lenguaje de los profetas. De hecho les aplica a los fariseos una frase de Isaías que condena la dualidad o falta de integridad en la conducta de los israelitas contraponiendo lo exterior (los labios) y lo interior (el corazón); el mandamiento de Dios y las tradiciones humanas. 

En el texto litúrgico Jesús se dirige ahora a la gente para enseñarles su doctrina, para sentar su posición sobre esta cuestión. En concreto, Jesús declara que la pureza es ante todo una cuestión moral y, por tanto, depende de lo que el hombre hace, de lo que brota de su corazón entendido como sede de las decisiones. Así, la verdadera impureza es la que brota del corazón y se expresa en acciones pecaminosas, ofreciendo una lista como ejemplo de las mismas. Como bien aclara J. Gnilka: “Es mucho más importante centrar la mirada en el propio corazón, del que sale todo aquello que mancha al hombre. En forma de secuencia de vicios – la única que aparece en los evangelios (y par Mt 15,18) – se describe lo que puede salir del corazón del hombre. La serie se compone de 13 vicios. Los malos pensamientos al comienzo son, al mismo tiempo, un compendio de todo lo que viene a continuación…En cuanto al contenido: robo, asesinato y adulterio se relacionan con el séptimo, quinto y sexto mandamientos del decálogo. Mt 15,18ss ha llevado más a rajatabla la armonización con el decálogo. Si exceptuamos los malos pensamientos y las malas miradas, los restantes vicios aparecen también en los catálogos del corpus paulinum (cf. Gal 5,19-21).”

La posición que deja sentada Jesús en el marco de la controversia con los judíos es que la santidad o pureza moral es absoluta y esencial – y por tanto es la que realmente importa en la relación con Dios – mientras que la santidad o pureza ritual es relativa y no esencial. 

El versículo final es una conclusión, a modo de sentencia, de todo lo dicho hasta entonces: "Todas estas cosas malas proceden del interior y son las que manchan al hombre".


2. ¿Qué mensaje nos trae este evangelio y qué compromiso nos pide, hoy el Señor?
En este Evangelio hay dos enseñanzas muy precisas: una que ordinariamente somos esclavos de las tradiciones y los prejuicios. Dos, que el origen del mal está en el corazón del hombre, pues es ahí donde nace la mala voluntad que hace mal uso de las cosas que Dios creó todas buenas. 
Veamos la primera. Cuando el Señor se dirigía a sus contemporáneos diciéndoles que: "Dejando el precepto de Dios, se aferran a la tradición de los hombres... ¡Qué bien violaís el mandamiento de Dios, para conservar vuestra tradición!...", se está dirigiendo también a nosotros, por lo que está haciendo es descubrir una plaga humana que nos hace esclavos.

Un gran pensador del siglo XIX, llamado Federico Nietzsche, decía que en el sociedad hay más mentiras que verdades. El no era, de ninguna manera cristiano, y sin embargo, dijo una verdad que la Escritura nos revela.
La vida social, ordinariamente, está determinada por modas, costumbres, tradiciones, prejuicios y complejos que obligan a la gente a actuar y pensar de determinada manera y la obligan a ser esclava de esos engaños.  Porque es un hecho también que la mentira esclaviza y la verdad hace libres, como nos lo dijo el Señor: "Si os manteneís fieles a nmi Palabra, sereís verdaderamente mis discípulos, y conocereís la verdad y la verdad os hará libres (Jn 8, 31-32)"

Hay personas que determinan sus vidas por las mentiras y los prejuicios sociales y de esta manera se hacen esclavos de la mentira. Más cuando uno se somete a la mentira obra el mal, pórque de la mentira sólo puede salir el mal. Todos nos damos cuenta claramente de que cuando una persona nos miente es porque algún mal nos está haciendo o quiere hacernos. El apegarse a la mentira, el dejarse guiar por falsedades, significa al mismo tiempo apartarse del precepto del Señor, de su Palabra, lo cual es la rutina de toda persona y de toda sociedad.

Veamos ahora la segunda enseñanza de que hemos venido habalndo, ésta está intimamente ligada con la primera: "Nada hay fuera del hombre que, entrando en él, puede hacerle impuro; sino lo que sale del hombre, eso es lo que hace impuro al hombre..." No, el mal no se debe a la mala suerte o al destino o ¡no se a qué demonio!  sino a lo que sale del corazón del hombre, y está es la causa de todas sus desgracias. Si en la sociedad reinan el sufrimiento y la muerte, el dolor, la angustia, el miedo y el tormento es porque del corazón del hombre brotan la mentira, el engaño, la tradición, los asesinatos, el adulterio y toda clase de injusticias.

Nos olvidamos que nosotros somos instrumentos del Señor en este mundo, por lo tanto debemos con nuestros actos crear el Reino de Dios en este mundo, con los valores de la justicia, el amor, la solidaridad, el perdón, a través de entregarnos a Dios en nuestros corazones, solo así podremos erradicar lo mencionado en el párrafo anterior.

Ahora bien, como nos dice la Sagrada Escritura "Todo lo que Dios ha creado es bueno y nada es despreciable... y todo queda santificado por la Palabra de Dios y por la oración" (1 Tim 4, 4-5)

Todos tenemos que pagar impuestos para tener buenos servicios publicos: agua potable, alcantarillado, luz electrica, escuelas hospitales, etc., pero que vemos? las basuras se acumulan en las calles originando el peligro de la contaminación y de plagas que producen enfermedades y muerte. No hay escuelas para educar a los niños y muchas de las cuales parecen hoy una ruina. Entonces que se hace con los millones que se pagan? Pues son mal administrados por los mismos que son elegidos y nombrados para estos cargos. Dónde se origina el mal? No en la suerte, ni en el destino, ni mucho menos es castigo de Dios. El mal social es consecuencia de la mentira, la injusticia, el robo, la mala administración de los bienes naturales y sociales.

3. ¿Qué respuestas le voy a dar, hoy al Señor?
  • "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mi"¿Hasta qué punto te sientes aludido por esta crítica protéfica? ¿En qué sentido te hace reflexionar sobre tu relación con Dios? ¿Qué valoro más en mi vida de fe: la conversión del corazón o la seguridad que me proporciona el cumplir con unas costumbres y tradiciones?.
  • Jesús relativizó las prácticas externas e insistió en la importancia de las actitudes interiores ¿Qué tiene que ver todo eso con nuestro modo de enfocar el compromiso cristiano?
  • "Lo que sale de dentro, es eso lo que contamina al hombre" ¿De qué manera deberíamos cuidar nuestro corazón para que aniden en él sentimientos y actividades que nos dañen ni dañen a los demás?
  • ¿Qué sentimientos me provoca saber que Dios quiere relacionarse conmigo desde lo más profundo de mí mismo/a y no tanto desde unas practicas externas?

Fuente: Varios autores
Sintesis: Jorge Mogrovejo M.



Comentario al Evangelio del Domingo 27 de marzo del 2022

 IV Domingo de Cuaresma. 28/03/2022 Pericopa: Lc 15,1-3.11-32  En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para es...