domingo, 18 de noviembre de 2018

Comentario al Evangelio del XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario (18 de Noviembre del 2018)

Evangelio del XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
Evangelio Segun San Marcos 13, 24-32

24 Después de esa angustia llegarán otros días; entonces el sol dejará de alumbrar, la luna perderá su brillo, 25 las estrellas caerán del cielo y el universo entero se conmoverá. 26 Y verán venir al Hijo del Hombre en medio de las nubes con gran poder y gloria. 27 Enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro puntos cardinales, desde el extremo de la tierra hasta el extremo del cielo.
28 Aprendan de este ejemplo de la higuera: cuando las ramas están tiernas y brotan las hojas, saben que el verano está cerca. 29 Así también ustedes, cuando vean que suceden estas cosas, sepan que todo se acerca, que ya está a las puertas. 30 En verdad les digo que no pasará esta generación sin que ocurra todo eso. 31 El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
32 Por lo que se refiere a ese Día y cuándo vendrá, no lo sabe nadie, ni los ángeles en el Cielo, ni el Hijo, sino solamente el Padre.

1.- ¿Qué nos quiere decir Marcos en este Evangelio?
El texto de hoy forma parte del capítulo 13 de san Marcos que se conoce como "el discurso escatológico de Jesús" porque vincula la destrucción del templo de Jerusalén con el fin de los tiempos y con la venida del hijo del hombre. 

El mismo se compone de tres partes: 
1) vv. 24-27: describe la venida del hijo del hombre. 
2) vv. 28-31: la parábola de la higuera. 
3) vv. 32-37 (sólo leemos el v. 32): la imposibilidad de saber la fecha del fin de los tiempos. 

La primera parte del texto comienza con una referencia a la gran tribulación que ha sido descrita en los versículos anteriores (cf. Mc 13,14-23). Pues bien, después de la misma seguirán unas perturbaciones cósmicas que afectarán al sol, la luna y las estrellas. Estas imágenes de perturbaciones cósmicas son propias de los textos apocalípticos bíblicos y extrabíblicos. Como fuentes de inspiración bíblicas tenemos: Is 13,10-11: "Porque los astros del cielo y sus constelaciones no irradiarán más su luz; el sol se oscurecerá al salir y la luna dejará de brillar. Yo castigaré al mundo por su maldad y a los malvados por su iniquidad. Pondré fin al orgullo de los arrogantes y humillaré la soberbia de los violentos". Is 34,4: "Se diluye todo el ejército del cielo, los cielos son enrollados como un pliego, y todo su ejército se marchita como se marchita el follaje de la vid, como cae marchita la hoja de la higuera". 

Tal vez convenga aclarar que todas estas imágenes y figuras son propias de un género literario, el apocalíptico, que las utiliza para decir o expresar lo que sucederá al final de los tiempos. Ahora bien, más allá de estas imágenes o figuras literarias, hay un tema de fondo que es la escatología, o sea lo referente al fin, a lo último. Para los estudiosos de la Biblia la escatología se entiende como lo referente a una intervención futura y definitiva de parte de Dios en favor de su pueblo. El mensaje escatológico es dominante en los libros proféticos, por ejemplo a través del anuncio del día de Yavé.

La preocupación por el fin del mundo, o sea por las cuestiones escatológicas, surgen más vivamente en tiempos de aflicción, marginación o persecución de los creyentes. Esto terrible experiencia de la destrucción de Jerusalén y el consiguiente exilio están en la raíz del pensamiento apocalíptico, el cual se vio potenciado luego por la opresión militar y cultural tanto del helenismo como de la dominación romana . Así, en medio de las tribulaciones, guerras y calamidades surge fuerte en el creyente la pregunta: ¿cuándo obrará Dios sus promesas? Y dado el contraste entre la situación presente y el mensaje de salvación, la esperanza de los piadosos se dirige a una futura transformación universal. La espera de este evento es el objeto de la literatura apocalíptica que florece principalmente entre el s. II a.C. y el s. II d.C. y que prevé que este mundo llegará a su fin en medio de terribles convulsiones. Los apocalípticos están obsesionados por este momento y recurren a todo tipo de cálculos para conocer cuándo será el fin. 

Así el juicio de Dios, que será el triunfo sobre las potencias del mal y el surgir del mundo nuevo, tiene su fecha fijada; y por esto en la apocalíptica los números tienen un gran papel. 
Por último, notemos que estás manifestaciones cósmicas son el preludio de la llegada del juicio de Dios, quien hará justicia y castigará a los pecadores. Así, en medio de esta convulsión cósmica – que al decir de J. Gnilka "su lenguaje se sitúa a medio camino de lo metafórico y de lo realista" – se verá aparecer al Hijo del hombre con mucho poder y gloria. 

En cuanto a la figura del "hijo del hombre", si nos remitimos al origen arameo de la expresión, su sentido estricto sería "el humano" o "el hombre". Pero aquí se encuentra una clara referencia a la expresión hijo del hombre en Dn 7,13-14: "Yo seguía contemplando en las visiones de la noche: Y he aquí que en las nubes del cielo venía como un Hijo de hombre. Se dirigió hacia el Anciano y fue llevado a su presencia. A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieron. Su imperio es un imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido jamás." 

Según los estudiosos en el libro de Daniel el título "hijo del hombre" tendría un sentido individual y colectivo a la vez por cuanto representaría a Israel que fue humillado por los dominadores helénicos pero que será exaltado por Dios y constituido en un reino eterno. En la literatura intertestamentaria, especialmente en 1Henoc y 4Esdras, se lo interpreta con sentido individual y mesiánico. En esto última se inspiraría su utilización por parte de Jesús, pero dándole un sentido propio y exclusivo. En efecto "Jesús prefiere este título al de Mesías, por ser menos político, por tener un carácter individual-corporativo y por aludir al carácter humano de su obra, por una parte y, por otra, al carácter de enviado escatológico vindicado por Dios". 

En síntesis: "Marcos refuerza su interpretación de la tardanza del ésjaton afirmando ahora la imposibilidad de determinar exactamente cuándo ocurrirá. En los vv. 28-37 Marcos pone una conclusión parenética al discurso. En su actual posición redaccional en el capítulo la parábola de la higuera y su explicación en el v. 30 se refieren a las señales y al fin. El evangelista le dice a su comunidad que el fin estará precedido por señales (vv. 5-23) y por la venida en gloria del Hijo del hombre (vv. 24-27). Solamente después (cf. kai tóte en v.26) los ángeles serán enviados a recoger a los eklektoí marcando de esta manera el fin de la historia -"el cielo y la tierra pasarán"- y el comienzo del Reino de Dios. Los vv. 32-37, también una parábola y su aclaración, comunican la idea de que aunque es posible anticipar la proximidad del ésjaton por las señales (cf. ginóskete en vv. 28-29) es imposible determinar con total precisión el día y la hora de su realización final"  

2.¿Què mensaje nos trae este pasaje y què compromiso nos pide hoy, el Señor?
Este domingo es para la Iglesia el último domingo del año litúrgico. El proximo domingo celebramos la fiesta de Cristo Rey y dentro de quince días comenzaremos el tiempo de Adviento, que son cuatro domingos con los que la Igelsia toda se prepara para celebrar la Navidad de nuestro Señor. El año litúrgico está terminando y es por eso que las lecturasque hemos escuchado nos hablan del fin de los tiempos.

La palabra de Dios hoy nos invita a examninar una de las realidades fundamentales de nuestra vida: el furuto de todos nosotros y el futuro de cada uno. ¿Cuál es nuestro futuro? ¿hacia dónde vamos? Seguramente que cada uno de los que estamos aqúi tenemos una diferente coneción del futuro y cada uno espera determinadas cosas. Es verdad, también, que hay personas que rechazan el futuro, que no quieren pensar en él. Le tienen miendo al futuro. Pero por más que lo rechacen marchan irremediablemente hacia él. El futuro nos llega y nos está llegando cada día que pasa.

Hay personas que no quieren pensar en el futor porque consideran que "todo tiempo pasado fue mejor" y que el futuro será desastroso. Viven de nostalgias y de recuerdos. Sin embargo, la Palabra de Dios nos dice que el futuro para el mndo será la venidad del Hijo del Hombre, es decir, la venidad del Sñoer con todo su poder y toda su gloria. 

En el evangelio nos ha dicho Jesús: "En este tiempo, después de una terrible tribulación, se producirá una catástrofe cósmica". Es preciso que sepamos entender este lenguaje. Jesús está hablando un lenguaje que en su tiempo era muy utilizado y se llamaba apocalíptico. Pero en resumen lo que nos quiere decir es que todo tiempo de la historia, nuestro tiempo, está marcado por tribulaciones y grandes catástrofes, pero que llegará un día en el que vendrá el Hijo del hombre sobre el mundo y reunirá a sus escogidos para relaizar la salvación última y definitiva.

O sea, que lo que nos anuncia como futuro la palabra de Dios no es el fin del mundo como tal, sino la salvación definitiva que ya comenzó, que ya se está realizando en el corazón de todo creyente, pero que todavía no ha culminado.  No quiere decir que Dios destruirá el mundo, sino que lo transformará. Por eso, en sentido propio no debemos hablar de fin del mundo, sino de fin del actual estado de cosas marcados por la violencia, el sufrimiento, las tribulaciones, las catástrofes y la muerte. Esta situación tendrá su fin y vendrá el Hijo del hombre para establecer la paz definitiva, el reino de la verdad y del amor, o sea, el Reino del Dios. Así pues, el futuro para el cristiano, el futuro de la Iglesia, el futuro que nos anuncia la Palabra de Dios es la salvación. De esto eran muy conscienteslos cristianos de los tiempos primitivos, pro lo cual tenían una oración con la que rogaban insistentemente la venida del Señro. Ellos decían: "Marana-ta": !Ven, Señor Jesús!


3.- ¿Que respuesta le voy a dar hoy al Señor?

  • ¿Estoy realmente preparado para la venida del Señor?
  • ¿Estoy consciente de que la Parusía es real aunque no sepamos cuando ocurrirá?
  • ¿Le considero a la Palabra de Dios como palabra de vida, una palabra que no pasará? 


Fuente:  Varios autores
Síntesis: Jorge Mogrovejo M.

domingo, 11 de noviembre de 2018

Comentario al Evangelio del XXXII Domingo del Tiempo Ordinario (11 de Noviembre del 2018)

Evangelio del XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
Evangelio Segun San Marcos 12, 38-44

38 En su enseñanza Jesús les decía también: «Cuídense de esos maestros de la Ley 39 a quienes les gusta pasear con sus amplias vestiduras, ser saludados en las plazas y ocupar asientos reservados en las sinagogas y en los banquetes; 40 incluso devoran los bienes de las viudas, mientras se amparan detrás de largas oraciones. ¡Con qué severidad serán juzgados!»
41 Jesús se había sentado frente a las alcancías del Templo, y podía ver cómo la gente echaba dinero para el tesoro; pasaban ricos y daban mucho, 42 pero también se acercó una viuda pobre y echó dos moneditas de muy poco valor.
43 Jesús entonces llamó a sus discípulos y les dijo: «Yo les aseguro que esta viuda pobre ha dado más que todos los otros. 44 Pues todos han echado de lo que les sobraba, mientras ella ha dado desde su pobreza; no tenía más, y dio todos sus recursos.»
1.- ¿Qué nos quiere decir Marcos en este Evangelio?
En el evangelio de este domingo tenemos que distinguir dos partes: la primera (12,38-40) es una enseñanza de Jesús sobre la mala conducta de los escribas; mientras que la segunda (12,41-44) se refiere al testimonio religioso de una viuda pobre. 

El texto comienza anunciando una enseñanza o instrucción de Jesús (didajé). Recordemos que Marcos es el evangelista que más insiste en la enseñanza de Jesús y en la buena recepción que tiene la misma por parte de la gente (cf. Mc 1,22.27; 4,2; 11,18 donde aparece el término didajé; mientras que en Mt lo encontramos dos veces y una sola vez en Lc). 

Podemos suponer que la enseñanza va dirigida a la multitud que aparece en la escena inmediatamente anterior escuchando a Jesús con agrado (cf. 12,37). J. Gnilka divide esta enseñanza de Jesús en tres partes: advertencia introductoria, descripción de la conducta condenable de los escribas y amenaza de juicio conclusiva. La advertencia introductoria comienza con un verbo en imperativo, blépete, que mayormente tiene el sentido de guardarse o cuidarse de algo malo. El mismo aparece siempre en boca de Jesús y dirigido principalmente a los discípulos. Ya había aparecido con un sentido idéntico en Mc 8,15: "Estén atentos, cuídense de la levadura de los fariseos y de la levadura de Herodes". 

Por tanto, indica que nos encontramos ante un importante llamado de atención que viene siempre de parte del Señor, quien pide a sus discípulos estar alerta, en constante vigilancia para no dejarse confundir o "contagiar" por modos de pensar u obrar contrarios a la enseñanza del evangelio. Jesús invita aquí a cuidarse o resguardarse de los escribas. Así se llamaba a los que dedicaban al estudio de las Escrituras, a las que interpretaban a la luz de las tradiciones de los antepasados, adaptando las normas a la vida práctica. Se los llamaba también doctores de la ley, sabios o maestros (rabbí) pues enseñaban en escuelas y en el Templo; y solían ser honrados por el pueblo y recibir los puestos de honor en la sinagoga (cf. Mc 12,38-39). La mayoría de los escribas pertenecían al grupo de los fariseos y eran muy influyentes entre ellos. A continuación Jesús describe la conducta de los escribas, de la cual hay que cuidarse bien de seguir o imitar. En concreto presenta cinco acciones de los escribas que en cierto modo son una caricatura de los mismos: 

1) pasearse con largas vestiduras; 2) ser saludados en las plazas; 3) ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; 4) devoran los bienes de las viudas; 5) fingen hacer largas oraciones2. 

Si vamos a la actitud de fondo, en cuatro de las acciones (1; 2; 3 y 5) es clara su opción por la apariencia, por lo meramente exterior con la intención de obtener la aprobación o el reconocimiento de los demás. En la otra (4), "devorar los bienes de las viudas", parece que se trata más bien de una actitud de aprovechadores o manipuladores movida por la avaricia. 

Es decir, los escribas valiéndose de su condición y de su fama de hombres religiosos se apropiarían de los bienes de las viudas. En los escritos rabínicos de aquella época, según nos informa J. Gnilka , también se condena severamente la explotación bajo pretexto devoto: “De los pobres los bienes devoran y afirman que lo hacen por justicia. En realidad perecen ellos” (AscMos 7, 3-10). 

En síntesis, la religiosidad de los escribas es falsa por cuanto está motivada por la vanagloria y la codicia. De estos dos peligros nos advierte Jesús. 

La enseñanza cierra con la amenaza de un juicio más severo para los escribas. Se trata sin duda del juicio escatológico o final de Dios. La segunda parte narra primero lo que Jesús observa frente al arca del tesoro del templo y luego la enseñanza que Jesús da a los discípulos a partir de lo observado. En el recinto interior del Templo de Jerusalén estaba la sala del tesoro donde se encontraban unas alcancías en forma de trompeta, una de las cuales estaba destinada para las donaciones voluntarias. Al depositar la gente su ofrenda allí harían un ruido proporcionado a la cantidad de monedas depositadas. Entonces Jesús nota que muchos ricos echaban mucha cantidad. De pronto aparece una viuda "pobre" (se notaría en su vestimenta y en su aspecto exterior) que sólo deposita dos leptas, que son las monedas de cobre más pequeñas. Si se toma en cuenta solamente la cantidad, es claro el contraste entre los ricos que ponen mucho y la viuda que dona muy poco, y la consiguiente valoración positiva de los que ponen más. 

Pero la valoración que hace Jesús a modo de enseñanza para sus discípulos toma en cuenta otro aspecto y por ello es diversa: "Les aseguro que esta pobre viuda ha puesto más que cualquiera de los otros, porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia, dio todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir"(Mc 12,43-44). Por tanto para Jesús la viuda ha puesto más que los ricos que han donado mucho. Y esto porque Jesús no mira la cantidad sino lo que representa lo dado por cada uno. Los demás han dado lo que les sobraba; la viuda ha dado todo lo que tenía, ha dado su vida, se ha dado a sí misma a Dios en su pobre ofrenda.

2.¿Què mensaje nos trae este pasaje y què compromiso nos pide hoy, el Señor?
Las lecturas de hoy nos presentan los casos de dos mujeres viudas ejemplares en su capacidad de compartir, de donación y de sacrificio. Muchos se preguntarán: bueno, ¿qué tiene de importante que se nos cuente esas historietas de siglos pasados? ¿Cuál es la trascendencia del acto genroso de dos mujeres viudas de las cuales ni sabemos los nombres, ni nos importan? 
En realidad, la palabra de Dios no intenta contarnos dos simples historias de generosidad que acontecieron hace muchos siglos. Lo que la Palabra de Dios intenta revelarnos a través de estos relatos es la actitud de Dios para con nostros. En primer lugar: Dios se regocija, reconoce y exalta a quien es generoso y da, a quien comparte. Y por lo mismo, la Palabra de Dios nos hace cuestionamiento: tú que te llamas cristiano, tú que pides a Dios, dime: ¿tú eres generoso?, ¿tú compartes tus bienes? ¿tú das de lo tuyo?, O por el contrario, ¿tú eres un esclavo de la avaricia, de la sed de tener y sólo piensas en acaparar para ti?

En segundo lugar: La Palabra de Dios nos quiere decir que Dios no mira tanto la cantidad de lo que das, sino que Dios mitra tu corazón. El dar no es simplemente dar, ni dar por lástima, ni dar porque te sobre, ni dar para que los demás alaben lo generoso que eres. El cristiana da y comparte sus bienes porque su prójimo es su hermano y nunca nadie a un hermano le da limosna, sino que comparte con él. Además, el cristianao da por un acto de fe. Repetimos esto: el cristiano movido por la fe, su generosidad nace de la fe.

¿Qué quiere decir esta afirmación? Ustedes han oído hablar mucho de la palabra sacrifico, que según se cree es un acto masoquista. Indudablemente que ésta es una visión equivocada. Sacrificio, hablando cristianamente, quiere decir ofrenda. O sea, tú haces un sacrificio cuando tú haces una ofrenda, cuando tú das algo. Por ejemplo, el hecho de que estemos aquí ofreciéndole al Serñor nuestro Dios esta hora es un sacrificio. Cuando ayudas a alguien necesitado, bien sea acompañándolo en su solidad, o compartiendo tus bienes, o prestándole un servicio, o ayudándole en la solución de un problema y cuando esto lo haces porque quieres ser cristiano verdadero y quieres agradar a Dios y aceptas a tu prójimo como hermano tuyo, entonces estás haciendo un sacrificio. Muchas veces implicará una renuncia, otras no. De todas maneras, en ambos casos, estás haciendo un sacrificio porque lo que que estás haciendo es una ofrende que haces movido por la fe.

Lógicamente tambien, cuando ofreces al Señor tu Dios tus angustias, tus problemas, tus dificultades, tu pobreza, tus crisis, tu enfermdad, o tus dolores, estás haciendo un sacrifio, porque estas realidad tuyas las estás poniendo en manos de Dios.

3.- ¿Que respuesta le voy a dar hoy al Señor?
  1. ¿Soy consciente de los problemas de mi comunidad, mi barrio, mi familia?
  2. ¿Me comprometo ayudar al hermano necesitado sin importar nombre, nacionalidad, idioma, religión, orientación sexual?
  3. ¿Soy de los que ayudan a los demás evitando buscar protagonismo?
  4. ¿Soy de los que acumulan bienes y cosas materiales, sin ver en el hermano una oportunidad de compartir lo que tengo, que no es necesariamente lo que me sobra?

Fuente:  Varios autores
Síntesis: Jorge Mogrovejo M.

Comentario al Evangelio del Domingo 27 de marzo del 2022

 IV Domingo de Cuaresma. 28/03/2022 Pericopa: Lc 15,1-3.11-32  En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para es...